Hoy me voy de nuevo a Escocia, concretamente a Angus, a visitar uno de los castillos más embrujados de la historia. No es otro que el de Glamis, habitado por multitud de espíritus, pero hay uno que es el más conocido y terrorífico de todos.
En el año 1821, Lord Glamis y su esposa, dueños del castillo, tuvieron a su hijo Thomas. La dicha les duró poco, pues el heredero murió siendo un bebé. Las malas lenguas de la población decían que el niño no murió, sino que nació deformado y sus padres lo encerraron en las mazmorras del lugar para evitar la vergüenza de no tener un hijo "sano". Según la leyenda, cuando uno de los posibles herederos cumplía la mayoría de edad, tenía que superar una prueba: lo llevaban ante la criatura deforme que nació sin cuello y con el cuerpo cubierto de pelo, pero también con una fuerza sobrehumana.
Por supuesto, nadie de la familia Glamis reconoció nunca que el niño siguiese con vida, alejado a la fuerza del mundo exterior (aunque tampoco se recuerda que lo negasen). En 1870, una de las cuñadas del conde, escribió una carta en la que decía que él había reconocido el terrible secreto de la familia Glamis. Al parecer, estas fueron las palabras textuales de la confesión:
«Querida mía, He estado en la sala; he oído el secreto; y si deseas complacerme, en el futuro no vuelvas jamás a mencionarme este tema».
¿Os atrevéis a visitarlo en la próxima noche de Halloween?
1 comentarios:
¡Qué historia más interesante! Y pobre niño... la crueldad del ser humano lleva en el mundo desde el inicio de los tiempos. Genial entrada, preciosa ;)
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