Castle Rock Asylum

Bienvenidos a la locura.

I Antología de Relatos de Terror Castle Rock Asylum

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miércoles, 12 de septiembre de 2018

Crítica Ghost Stories, de Jeremy Dyson y Andy Nyman



Esta película es, digamos, una especie de antología, ya que dentro de ella encontramos varias historias de terror. Philip es un hombre escéptico que se dedica a desmontar las historias sobrenaturales que se va encontrando, intentando demostrar (y consiguiéndolo) que todo tiene una explicación real y racional. Todo cambia cuando le dan una carpeta con tres casos sin resolver para que él mismo compruebe que hay algo más allá de lo que nosotros podemos ver.

El primer caso cuenta cómo un guardia de seguridad de un hospital psiquiátrico abandonado tiene que enfrentarse a ruidos, presencias sobrenaturales y burlas de un ente que habita el lugar. El segundo caso, mi favorito, está protagonizado magistralmente por Alex Lawther (The End of the fucking world), un joven actor al que conocí en el capítulo Cállate y baila de la exitosa serie Black Mirror y que me fascina cada vez más. El chico va por una carretera que cruza el bosque y, sin querer, atropella a una especie de demonio que, a partir de ahí, no se lo pondrá nada fácil. La verdad es que el terror del chico me ha parecido completamente real, he sentido su pánico, su miedo y su impotencia, por lo que se merece un sonoro aplauso. El tercer caso sin resolver es sobre un poltergeist que se ceba con el cuarto de un bebé que aun no ha nacido. El padre sufrirá esta presencia mientras su mujer embarazada está en el hospital.


Hasta ahí la película me estaba gustando. Y digo hasta ahí porque, de repente, cuando acaban de explicar los tres casos, la trama da un giro innecesario que termina en un final, para mi gusto, pésimo. Hubiese ganado mucho más por el camino que llevaba, sin el quiero y no puedo que finalmente nos ofrece. Por otro lado, igual es que yo soy muy sensible con el tema, pero tiene una broma hacia un judío que no me hizo ni puñetera gracia. Ahí va la perlita:

"No tengas miedo, no es una cámara de gas".

JA, que me parto. En fin, cosas personales aparte, es una película muy disfrutable e interesante hasta el giro que la manda por completo al cajón de pasable y el inevitable "la han cagado". Los amantes del terror disfrutarán, sobre todo, la primera parte, pues los casos son muy diferentes y están muy bien llevados. El final... ya es otra historia.

Lo mejor: Alex Lawther. Los tres casos.

Lo peor: la bromita de muy mal gusto. El giro final.




lunes, 10 de septiembre de 2018

Crítica La monja, de Corin Hardy



Como buena amante de la saga de los Warren, estaba deseando ver esta película que, en línea temporal, ocurre mucho antes que las otras. La trama esta vez nos traslada a Rumanía, cuando una joven monja de clausura se suicida ahorcándose en la abadía. Hasta allí, el Vaticano envía a un sacerdote y una novicia a punto de tomar sus votos para que intenten descubrir qué es lo que ha pasado y por qué esa monja ha cometido el mayor de los pecados. Lo que no se imaginan es que dentro de la abadía encontrarán el mismísimo infierno.

La ambientación me ha parecido alucinante, sobre todo por la abadía que es impresionante y maravillosa. Sobre todo me han fascinado la escenas aéreas donde la podemos disfrutar al completo. No obstante, el interior también es un lugar que deja con la boca abierta, sobre todo por su grandeza. El cementerio con sus campanas logró ponerme los pelos de punta, así como el pasillo de las cruces.


El ambiente oscuro consiguió arrancarme más de un susto, incluyendo uno que me hizo saltar de la butaca. Los actores están muy bien, tanto el cura como la novicia. Taissa Farmiga es una actriz a la que auguro un futuro espléndido, y tan parecida físicamente a su hermana Vera, que a veces creía estar viéndola a ella. El personaje de Maurice por una parte me ha encantado, ya que es el protagonista del nexo que tanto me ha gustado en el final pero, por otra, es el típico graciosillo que ponen en las pelis de terror para "destensar" el ambiente. Nunca me ha gustado eso, si voy a ver un film de terror es porque quiero estar tensa, no sé, creo que este tipo de personajes sobran. 

Como he adelantado, todos los fans de esta saga de películas esperábamos con ansia el nexo que la uniese a las otras y, por supuesto, lo hemos tenido. A mí me ha encantado, sobre todo porque no lo vi venir durante todo el metraje y ha logrado sorprenderme.


Quizá la trama pueda resultar predecible en algunos aspectos, pero hoy en día son pocas las pelis que no pecan de esto. Es entretenida, oscura, con un reparto muy bueno de actores y con una magnífica ambientación. La recomiendo para los amantes del terror pero, sobre todo, para los que le tienen tanto cariño como yo a Ed y Lorraine Warren

Lo mejor: la ambientación,  la abadía es magnífica. Taissa Farmiga.

Lo peor: el toque de humor con calzador de Maurice.





domingo, 9 de septiembre de 2018

Paciente 222, por Ada de Goln



Noviembre de 1921.
Castle Rock Asylum

❧❧❧❧

Inmerso en un bosque profundo, donde los caminos se pierden entre senderos empedrados y escondidos, se halla el Castle Rock Asylum, un psiquiátrico de aspecto siniestro que pondría los pelos de punta a cualquiera. Por uno de los caminos menos dificultosos en atravesar, un furgón recorre la senda a trompicones, y dentro del vehículo, fumando un cigarrillo, el conductor habla con el copiloto de quien llevan atrás. Desde el otro lado de la falsa pared que separa el furgón del paciente, unos golpes se oyen sin remisión, y un gruñido como el de un animal les pone a los dos la piel de gallina.
-¿Has oído? – Le dice el conductor a su acompañante – Dicen que es muy peligrosa. Tendremos que tener mucho cuidado cuando la saquemos de aquí.
- Lo tendremos - Dice el acompañante – Ya hemos llegado.
La mansión psiquiátrica se muestra magistral entre los árboles perennes, y las veinte ventanas de la fachada ahora tienen las luces encendidas. Ha anochecido, y el canto de los búhos y los lobos eriza el vello de los trabajadores del Castle Rock Asylum, que aparcan el furgón junto al porche. En la puerta, el doctor Thomas y un enfermero esperan impacientes.
-Buenas noches, Mathew. Buenas noches, John –Dice el doctor, y bajando las escaleras del porche se dirige junto al enfermero a la cabina trasera del furgón - ¿Qué tal se ha portado?
-Oh, bueno, doctor Thomas, ha estado un poco revoltosa dando golpes a la cabina durante todo el trayecto, pero nada importante – Contesta Mathew, el conductor.
-Perfecto, abre la puerta de la cabina y ponedle la inyección – El doctor se coloca en un lateral del furgón mientras Mathew abre con mucha cautela la puerta de la cabina, mostrando una oscuridad innata allí dentro.
-¿Frida? –Pregunta el médico, pero el silencio más absoluto invade la noche. Tan sólo el canto de los búhos y algún lobo lejano se presta a escucharse. Una lluvia repentina acude a sus cabezas, entonces el doctor Thomas adopta una relevante decisión.
-Sacadla de ahí –Dice, y los dos hombres que iban en el furgón, vestidos de blanco, se aventuran a entrar en la oscura cabina.
De repente, un gruñido persistente se oye desde dentro, y asustando a los dos hombres, una mujer de largas melenas, ojos enrojecidos y dientes puntiagudos salta sobre ellos. Va encadenada, por eso no hay qué temer.
-¡Santo Dios! –Dicen los hombres.
-¡Ponedle la inyección, rápido! –Exclama el doctor, y ante sus ojos uno de los hombres le inyecta un líquido amarillento en las venas.

La paciente tiene espuma en la boca, suelta mordiscos al aire y una letanía de insultos a los hombres que la apresan, pero en ponerle la inyección cae rendida al frío suelo de la cabina del furgón.  
-Soltadle las cadenas y llevadla adentro – Dice el médico, y Mathew le suelta las cadenas con una de las mil llaves que lleva atadas a su cinturón.
Entre el enfermero y John, el copiloto, llevan a la paciente hacia la mansión. Los sigue lento el doctor Thomas, quien después de mirar a los cielos, iluminados por un relámpago, cierra tras de sí la puerta. Y allí dentro, envueltos en el calor de la chimenea del vestíbulo, los tres hombres respiran más tranquilos.
-Subidla a la habitación 222 – Dice el doctor, y acercándose a la chimenea, donde dos mujeres vestidas de blanco le esperan, increpa: - ¿Qué hacéis ahí paradas? Id con ellos y preparadle la habitación.
-Sí, doctor Thomas – Añaden las enfermeras, y con las manos entrelazadas en su regazo se dirigen escaleras arriba a la habitación 222. Tras ellas, enérgico, el doctor sigue el camino de la escalinata magistral hacia el pasillo de las habitaciones.  
La habitación es amplia, limpia y tiene una gran ventana junto a la cama. En las paredes fotografías familiares y cuadros de paisajes adornan la estancia, y de lo alto del techo una gran lámpara de araña cuelga con sus gotas de cristal. El enfermero y John colocan a la paciente en el camastro, la tapan, pues va vestida con una bata atada por detrás y tiene los brazos, piernas y pies helados; se remueve, pero está inconsciente. Las enfermeras curan sus heridas en las muñecas, luego la atan a la cama.
-John, puedes retirarte – Dice el doctor – Gracias – Y John asiente esperanzado con la cabeza mientras castañea de miedo al oír los gemidos y gritos de las habitaciones contiguas. El hombre desaparece por la puerta y baja corriendo la escalinata magistral. Desde la habitación 222 se puede oír un gran portazo en la entrada principal, y un trueno descomunal antecede a una tormenta sonora que ahora azota los tejados del Casle Rock Asylum. El ruido del motor del furgón también se pierde en la inmensidad de la tormenta.

- Cathy, quédese usted esta noche con ella – Dice el doctor a una de las enfermeras – Mañana lo hará usted, Margaret. Esta noche vaya junto a la paciente 223.
-Así lo haremos, doctor – Dicen las dos a un tiempo, y el enfermero, la enfermera más mayor y el doctor dejan a la paciente junto a Cathy, la enfermera más joven, a su recaudo.
La puerta se cierra y la luz de la lamparita, encendida, parece querer apagarse en reiteradas ocasiones. La tormenta, ahora muy sonora, retumba sobre los tejados del psiquiátrico y los cristales, y Cathy, la enfermera, sentada junto a Frida, se ha puesto a leer un libro. Pero el cansancio es superior a sus fuerzas y pronto se abandona al sueño, dejando caer el libro sobre su regazo. Sin embargo, al cabo de un rato un ruido la despierta, descubriendo que la habitación está en penumbra, y el sonido de la lluvia repiqueteando la ventana es lo único que se oye. Cathy se levanta, trata de encender la lamparita sin éxito, y presa de cierto nerviosismo se acerca a la paciente.
-No me vas a asustar, mocosa – Le dice – Tu hermana también duerme en la habitación de al lado. Si me haces algo la mato.

Entonces la habitación recobra la luz de la lamparita, Cathy sonríe maliciosamente y vuelve a sentarse en su balancín para seguir con su libro, tranquilamente.

Amanece, y en la habitación 222 un hilo de luz entra a través de los cortinajes. Cathy se ha vuelto a quedar dormida, pero acaba de despertarse. Se levanta del balancín, se acerca a la ventana y descorre las cortinas.
-Vamos, Frida. Hora de despertarse – Dice, pero Frida no responde. Está rígida, con las manos atadas y engarrotadas a la cama.

Cathy la observa desde varios ángulos de la habitación, la rodea lentamente, hasta que de pronto ve que la paciente abre los ojos y abre su boca llena de dientes puntiagudos.
-Vas a morir – Dice Frida con voz de aparecida, y la enfermera vuela hacia la puerta, asustada, para llamar alarmada al doctor Thomas. El doctor sale de su despacho, cercano a las habitaciones, y corre rápido hacia la habitación 222.  A lo lejos se oyen gritos femeninos y masculinos, incluso rezos religiosos.
-¿Cómo está? – Pregunta el doctor.
-Ha dormido toda la noche, doctor, pero vuelve a estar activa.
-No podemos darle más dosis – Insiste el doctor –La mataríamos. Que traigan a Brenda.
-Pero doctor…
-¡Es una orden!

Cathy sale de la habitación 222 y se dirige a la 223, donde abre con una de las veinte llaves que lleva consigo. Dentro Margaret, su compañera, está abriendo las cortinas de la ventana. En la cama, sentada y con la espalda apoyada en el cabezal, una muchacha la mira exhausta. Lleva la melena suelta y un poco enmarañada de dormir.
-Buenos días, Brenda –Dice Cathy– Levántate y ven conmigo. Alguien ha venido a verte.
-¿Quién? No espero visitas – Dice la muchacha.
-El doctor Thomas te espera en la habitación de al lado.

Margaret le ayuda a levantarse, dulcemente y con mucho cuidado.
-Vamos, Brenda. El doctor te espera.

Brenda se levanta, va descalza, y en su rostro se refleja un aura de asombro previsible. Las dos enfermeras la acompañan, la llevan como si fuera de cristal, y por fin entran con ella a la habitación 222, donde el doctor espera junto a la cama. Ahora, Frida está sentada con la espalda apoyada en el cabezal. Sorprendentemente las dos muchachas son iguales, como un fiel reflejo mostrado en un espejo. Brenda sonríe en ver a su gemela, y Frida, con los ojos en blanco, sonríe también con su boca de dientes afilados.

-Hermana, cuánto tiempo – Dice Brenda, y se sienta junto a ella mientras el doctor las observa, minucioso.
-Frida ha tenido un ataque importante y ha atacado a tu padre. Hemos creído conveniente que volviera al Castle Rock Asylum por una temporada.

Brenda la mira con cariño, incluso le acaricia los cabellos. Frida parece más un espectro fantasmal que una muchacha de quince años. En cambio, Brenda es el canon de la belleza angelical.
-Te he echado de menos – Le dice, y es en ese preciso momento cuando el doctor y las enfermeras se miran cómplices y poco a poco van acercándose a la puerta de salida, con intención de salir y dejarlas solas. Pero la puerta de la habitación 222 se cierra de golpe, dejando a las dos enfermeras y al doctor encerrados en ella. Entonces Brenda se levanta, se gira, y tras ella su hermana levita sobre su cabeza, al fin desatada. Ambas hermanas los miran con odio, se elevan del suelo con las melenas alborotadas y fijan sus miradas en el doctor.

-No seáis malas, chicas –Dice el doctor Thomas- Sed buenas y abridnos la puerta. Os hemos unido otra vez para que estéis juntas, no queremos que hagáis más daño.  

Las enfermeras comienzan a gritar y el doctor Thomas aporrea la puerta. Del otro lado las voces de los enfermeros se oyen claras.
-¡Abrimos ahora mismo! –Exclaman, y hasta pasados unos minutos la puerta no se abre.

Médico y enfermeras al fin pueden abandonar la habitación 222, y desde el quicio de la puerta el doctor les dice a las gemelas:

-Quedaros juntas cuanto deseéis. En seguida os traemos el desayuno.
-¿No más medicación? – Dice Brenda desde su posición etérea.
-No más medicación. Lo prometo.
-Quiero unas tijeras. Pídele unas tijeras – Dice Frida.
- ¿La ha oído, doctor Thomas? Mi hermana quiere unas tijeras.

El doctor asiente con la cabeza y cierra la puerta tras de sí. Al cabo de unos minutos un enfermero acude a la habitación con una bandeja con comida y unas tijeras, que deja en el suelo. El doctor regresa junto a las enfermeras y descubren asombrados que ambas hermanas se han cortado el pelo y han esparcido los mechones por toda la habitación. La bandeja está vacía, y las gemelas están de pie junto a la puerta. Brenda, se acerca al doctor.
-No más medicación. Vuelvo a mi cuarto -, y rodea al doctor para acudir de nuevo a su habitación.
Dentro de la 222 Frida permanece de pie también junto al doctor.

-No más medicación – Dice con su voz ronca, y de un zarpazo le desgarra el cuello al doctor Thomas, que se desploma en el suelo a la vista de las enfermeras. La puerta se cierra de golpe, y las enfermeras se quedan inmóviles junto al quicio, sin poder moverse. Cathy y Margaret también se han quedado mudas y no pueden gritar, mientas la muchacha se relame viendo brotar la sangre del médico, ya sin vida, y se da un verdadero festín a costa de él.  
En la habitación contigua Brenda ríe mientras oye abrirse todas las puertas de las habitaciones del Castle Rock Asylum. Se oyen gritos y rezos religiosos, y muy pronto se pueden escuchar los alaridos del resto del personal.
Por fin es de día.

jueves, 6 de septiembre de 2018

I Antología de Relatos de Terror Castle Rock Asylum



Sinopsis:

¿Te atreves a traspasar los muros del asilo de Castle Rock? Allí, los internos te contarán sus más oscuros secretos y conocerás a pacientes de lo más pintorescos: locos sádicos, asesinos perturbados, médicos que utilizan prácticas poco ortodoxas... Y seres que siguen en ese lugar a pesar de llevar años muertos.

En estas páginas encontrarás 13 relatos donde realidad y ficción harán que te plantees tu propia cordura. Pero cuidado, puede que después de adentrarte en esta antología no puedas salir de sus dominios.

Bienvenidos al manicomio de Castle Rock.

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miércoles, 5 de septiembre de 2018

Entrevista a José Manuel Frías, escritor y guía de rutas misteriosas



¡Hola, José! Lo primero, darte la bienvenida a Castle Rock y a Chica Sombra. Cuéntame, ¿cómo es tu día a día?

Casi como el de cualquier persona, solo que muy vinculado al mundo del misterio. Soy autor y guía de misterio, muy cercano a todo este tipo de temas y cuando acabo una ruta, un libro o un reportaje, no me desvinculo del todo del tema. Yo llego a mi casa y sigo teniendo en la cabeza todos esos casos que he estado investigando, y estoy constantemente escribiendo sobre ellos, deseando visitar lugares donde, supuestamente, ocurren cosas curiosas o paranormales. Más que ser un trabajo, para mí esto es una mezcla de afición y necesidad porque, a fin de cuentas, cuando investigo, me reafirmo en una existencia de la vida después de la muerte, de posibles seres de otro mundo. Creo que eso me convierte en otro ser, en una persona mejor, porque cuando crees que hay otra vida más allá de esta y que lo que hagas aquí va a contar, como si fuesen puntos, para la siguiente, intentas hacer las cosas de otra forma. No te vas a llevar tu casa, tu coche ni tu cuenta bancaria, sino tus conocimientos y tu maletita con recuerdos. Hay que vivir la vida y disfrutar, porque eso es lo único que nos vamos a llevar al otro lado. Fuera de eso, llevo una vida medianamente normal (Risas).

Nos has comentado que eres muy fan de Stephen King y que te ha influenciado mucho a la hora de aficionarte al terror. ¿Qué es lo que te ha aficionado realmente a lo misterioso, a ir por  ahí con la mochila recorriendo pueblos y conociendo sus leyendas?

Hay varios elementos. Primero, la curiosidad infantil con la que todos los niños nacemos, aunque a veces la familia, la sociedad, la educación (o la educastración, como algunos la llaman) te la van recortando. Por otra parte, experiencias curiosas que he vivido de niño o adolescente, que me han hecho ver que existe una realidad más allá de la que percibimos con los cinco sentidos. Luego hubo un acontecimiento que me marcó, y es que mi padre, que es médico y tenía buenos contactos, me llevaba con él. Imagínate un niño allí, con cadáveres encima de las camillas, montañas de despojos en los rincones y esas piscinas de formol con los cuerpos flotando, donde posiblemente algún día, algún familiar mío o yo mismo, flotaríamos también. Eso me hizo pensar: ¿Habrá una vida después de la muerte? Así que, empecé a buscar respuestas. 

Dentro de los personajes que me influenciaron, está Jiménez del Oso, con sus documentales que veíamos en familia. O Juan José Benítez con sus libros, como Aquel caballo de Troya, que me marcó tantísimo, y que él sigue manteniendo que es real. Y luego está Miguel Blanco, con su programa Espacio en Blanco (que sigue existiendo hoy en día), con el que siendo pequeño me enteré de cosas que no aprendía en la calle o en el colegio. Luego me tiraba toda la semana hablando de ello en el colegio. Por supuesto, me trataban de rarito (Risas).

Llevas más de veinte años dedicado a esto. Imagino que has recorrido miles de pueblos diferentes con sus distintas historias… ¿Cuál recuerdas que te marcase bastante?

Es muy difícil escoger una. Yo, como malagueño, me he movido mucho por aquí, pero también por el resto de Andalucía, de España y de Latinoamérica. Escoger es complicado. Yo, quizá, por las connotaciones históricas que tiene, me quedaría con La cripta de los Gálvez. Primero porque eran personajes muy importantes en el siglo XVIII, mano derecha de Carlos III, embajadores en medio mundo… y, a pesar de ello, nunca se olvidaron de su pueblo: canalizaron el agua, fabricaron carreteras e invirtieron muchísimo, incluso instalando una fábrica que durante cuarenta años dio trabajo a la gente del pueblo. Antes de morir, ellos dejan una suma de dinero, por si había algún acontecimiento triste como un terremoto o una epidemia, a cambio de que, en el momento de su fallecimiento, se les hiciese una misa perenne el día de los difuntos. Ese acuerdo se cumplió durante algunos años, pero la gente al final se olvidó. Curiosamente, a raíz del incumplimiento de esa promesa, empezaron a aparecerse allí en la cripta. La gente dice que han visto los bancos moverse solos, o han escuchado voces en el lugar. Hubo una cuadrilla de trabajadores de Sevilla, que estaban remodelando la cripta a plena luz del día, y los vieron surgir con ropas antiguas y desaparecieron atravesando un muro. Aquellos tres obreros soltaron las herramientas y aun están esperando a que vuelvan a recogerlas. Me gustan las historias como esta, con un trasfondo histórico detrás. 

Tienes publicados ensayos y novelas, eres colaborador de Cuarto Milenio, locutor de radio y guía turístico de rutas misteriosas. ¿Qué sueño profesional te queda por cumplir?

Seguir en ello. Pero tengo que reconocer que, aunque he publicado muchos libros guías y sobre misterios, a mí lo que más me apasiona es la ficción. Con ocho años escribí un librito de ficción y desde entonces no he parado de hacerlo, así que tengo unas cuantas novelas que siguen ahí, guardadas en un cajón. Mi mayor sueño, ya creo que difícil de cumplir, es poder dedicarme al ámbito de la ficción, sobre todo de terror psicológico. Aunque no lo consiga, he conseguido poder investigar y divulgar, y es una de mis grandes metas cumplidas.

¿A qué le tienes miedo tú?

A muchas cosas, que me dedique a este tema no quiere decir que no le tenga miedo. El miedo es un sistema de alerta a lo desconocido, y yo no me creo a los investigadores que dicen que no lo tienen. Solamente no sientes miedo, si no crees en estas cosas. Si lo haces, tienes miedo. Me da miedo la oscuridad, me da miedo entrar en determinados lugares completamente solo, pero me esfuerzo porque es parte de mi trabajo. 

¿Crees que lo desconocido es necesario para la esperanza?

Sí. Si pensamos que realmente no hay una vida después de esta, es muy triste la existencia que tenemos. Todo lo que vamos a conseguir a nivel espiritual, a nivel de conocimientos, entonces morimos y lo perdemos. Eso no quiere decir que haya que creer, tal cual, que hay una vida tras la muerte, sino indagar en las experiencias que nos puedan hacer pensar en eso. Yo no creo en ella por una cuestión de fe, sino por estadística. Hay tantas personas que se han enfrentado a lo sobrenatural, miles y miles, que, conque una sola te esté contando la verdad, ya quiere decir que existe.

¿Me puedes adelantar algo sobre tus próximos proyectos?

En el ámbito literario, sigo trabajando en varios libros guía, entre ellos Cádiz Misteriosa. Luego sigo trabajando en algunos proyectos de ficción y, sobre todo, estoy muy centrado en el tema de las rutas del misterio. Me decidí a hacerlas porque la gente lo podía, y estoy muy contento de explicarles de primera mano todos esos misterios y leyendas. Voy a seguir diseñando nuevas rutas, para seguir mostrando aquellas maravillas que nos rodean y que tenemos tan cerca. No hace falta salir de nuestra ciudad para encontrar leyendas maravillosas.

Para terminar, quiero darte las gracias por esta charla y hacerte una última pregunta: ¿eres feliz?

Yo he sido feliz siempre, incluso cuando he vivido las situaciones más difíciles. Cuando te pasa algo malo y lo analizas con los años, te das cuenta de que no lo fue tanto y de que te ha servido para aprender algo. Como soy consciente de eso, a día de hoy soy feliz, me dedico a lo que me gusta, tengo gente a la que quiero, tengo amigos maravillosos. Somos personas raritas para el resto de la gente pero, al final, solo es que vemos el mundo con otro prisma. Siempre he sido feliz, lo sigo siendo, y espero que me dure un poquito más (Risas).