lunes, 12 de febrero de 2018

La Sala Común: Twin Peaks, T.3





Aún a día de hoy, son demasiado pocos los halagos que merece la existencia de Twin Peaks (sobre todo su primera temporada). Una serie que creó escuela y que sentó muchas de las bases de las que beben las producciones televisivas de hoy en día. De hecho, sigue siendo fascinante descubrir esta serie que, aún de estrenarse hoy en día, haría enarcar más de una ceja y dar rienda suelta a desconcertados comentarios y críticas en la red.

Tenemos que situarnos en 1990. Por aquel entonces, la oferta televisiva apenas constaba de telenovelas dinásticas o tímidillas series procedimentales. Y en ese desolador momento, el canal ABC se atrevió a dar cobijo a una serie propuesta por ni más ni menos que por David Lynch. El peculiar director de cine responsable de rompedores films como Eraserhead, Terciopelo Azul o la adaptación cinematográfica de Dune. Estaba claro que Lynch, junto a Mark Frost, no mostrarían otro refrito televisivo. Y así fue como Twin Peaks llegó a las pantallas y nuestras vidas para trastocar los todos los cimientos televisivos con tan solo una pregunta: ¿Quién asesinó a Laura Palmer?




En apariencia, Twin Peaks parecía no salir de los estándares de lo ya visto (trama detectivesca, argumentos telenovelescos). Pero ya en el episodio piloto se dejó bien claro que, como el propio pueblecito que da título a la serie, esta escondía mucho más si uno escarbaba tan solo un poco en su superficie. Lynch y Frost no tardaron en proponer una mitología que caló muy hondo en el imaginario popular y que, aún a día de hoy sigue siendo objeto de acalorados debates entre los fans. En dotar de una personalidad envidiable a ese pueblo ficticio y sus particulares habitantes. En adorar irremediablemente al Agente Especial del FBI Dale Cooper (Kyle MacLachlan) y contagiarnos su gusto por el buen café y las sabrosas porciones de tarta.

Aún cuando ABC obligó a alargar la serie y infló las subtramas telenovelescas. Twin Peaks no dejó de ofrecer todas las particularidades que han logrado convertirla en LA serie de culto por excelencia. Y más teniendo en cuenta el shockeante finalazo que David Lynch rodó sin ningún temor en el último capítulo de la segunda temporada y que dejó a todo aquel que lo vio con la boca desencajada durante MUCHO tiempo. Incluso cuando años después se pudo volver a visitar Twin Peaks fue en forma de precuela para conocer los últimos días de Laura Palmer (y algo más de Dale Cooper y los misterios tras la desaparición de un compañero del FBI y las particularidades de esta organización en manos de Lynch).




Por sí solo, el regreso de Twin Peaks ya es un gran e importantísimo acontecimiento. Pero lo es más cuando uno descubre que lo hace 25 años después de la emisión del episodio final de la segunda temporada. JUSTO el mismo período de tiempo con el que el personaje de Laura Palmer (Sheryl Lee) profetiza su rencuentro con Dale Cooper en esa desconcertante sala de telones rojos.

Al canal Showtime le debemos este regreso por todo lo alto: 18 episodios (TODOS ellos dirigidos por David Lynch) con los que por fin poder volver a disfrutar de esta demencial y perfecta locura en la pequeña pantalla. Y cómo no, esta tercera temporada de Twin Peaks se ha convertido por méritos propios en el fenómeno televisivo del año pasado.

Hay algo mágico cuando uno escucha la plácida sintonía de Angelo Badalamenti y lee en los créditos iniciales Directed by David Lynch. Una de las mejores sensaciones que puede sentir un telespectador se instaura en él hasta el último segundo de cada capítulo. Y esta tercera temporada lleva esto a extremos inconcebibles.

Por supuesto, uno debe de saber que esta serie no es para él si con las dos primeras temporadas (o ya tan solo con el episodio piloto o Fuego Camina Conmigo) ha salido decepcionado. Twin Peaks es una propuesta demasiado particular y fiel a sí misma. Y ahora, con David Lynch estando totalmente a las riendas del proyecto, esto hará espantar a todo espectador mainstream que se acerque a la propuesta pensando en toparse con "otra serie más". Si tú no eres uno de ellos, pues toma asiento y disfruta de lo que Lynch quiere mostrarte. Pues este artista que llevaba 11 años sin tocar una cámara, ha vuelto con las pilas totalmente cargadas. Y eso se nota en cada minuto y escena de esta tercera temporada de Twin Peaks, que perfectamente podría considerarse como la nueva película de este director.

Sin duda, se nota la libertad que le ha otorgado a Lynch el canal Showtime. El director está completamente desatado en cada uno de estos episodios (sobre todo en el 8º). La imaginería visual y narrativa que presentó en las primeras temporadas es llevada a inesperados extremos. El pausado ritmo que Lynch suele impregnar en sus obras también está muy presente en esta tercera temporada. Pero es tan buen experto con la cámara que hasta colandote una escena fija de varios minutos de un don nadie fregando el suelo te tiene mirando fijamente la pantalla.




También se añaden nuevos elementos a la ya rica mitología de la serie (además de trabajar algo más los ya presentados). A la que incluso podemos llegar a sentir ciertos paralelismos con lo visto en algunas de las películas más emblemáticas de David Lynch como pueden ser Eraserhead o Mullholland Drive. Contribuyendo a aumentar las preguntas sobre lo que veremos en esta nueva temporada. Porque si alguno creía que Lynch se iba a preocupar de mostrarnos un despiece argumental de su obra, va listo. De hecho, esta tercera temporada revive las sensaciones que transmitió las primeras entrefas. Incluso entregándonos un final tan inquietante y desconcertante como el que mostró Lynch en el último episodio de la segunda temporada. Twin Peaks no sería la valorada obra de culto que es si lo diese todo masticadito al espectador, ¿no creéis?

25 años son mucho tiempo. Y estaba claro que no podíamos disfrutar del retorno al completo del reparto. Ya sea por el fallecimiento de algunos de los integrantes (incluso el actor Miguel Ferrer y Harry Dean Stanton fallecieron tras terminar su participación en esta temporada) o por motivos personales. Pero aún con todo, se ha logrado que incluso esas ausencias se suplan de la mejor de las maneras. Y los viejos conocidos siguen fieles a sus peculiares personajes o incluso evolucionan (y para la mejor de las maneras como en el caso de Bobby Briggs).




Pero si hablamos del reparto de Twin Peaks hay que hacerlo de sus dos grandes estrellas: Kyle MacLachlan y Sheryl Lee.

Es una gozada volver a ver al bueno de Dale Cooper tras tanto tiempo. Pero lo es aún más disfrutar del desafío actoral que David Lynch le preparó en esta nueva entrega. Pues su querido Dale en realidad apenas tiene presencia en estos episodios. No es así con los otros dos tipos de personalidades que tiene que adoptar MacLachlan. Incluso en la recta final todo se llega a amalgamar sin que el actor se vea superado.

Por su parte, Sheryl Lee vuelve a enamorarnos y meternos el miedo en el cuerpo según lo requiera la historia. Y su relación con el personaje de Kyle MacLachlan alcanza un nuevo y emocional nivel que se deja patente en la última parte del episodio final de la temporada.

Es imposible no sentir esta tercera temporada como una nueva dosis de Twin Peaks. Pero lo cierto es que Lynch ha dado un nuevo salto con este universo. Otorgándole nuevas dimensiones. No solo me refiero a lo concerniente al tema cosmológico que se trae la serie. Hablo, sobre todo, de la gran magnitud geográfica que obtiene el relato gracias a estos nuevos episodios. Ya no solo estamos limitados al cándido (a la par de siniestro) pueblecito que da título a la serie. Esta tercera temporada lleva a los personajes y situaciones a más lugares de Estados Unidos. Aunque cada episodio tiene tiempo para ampararse un poco en ese peculiar microcosmos al que se le añade envidiables participaciones del mundo musical. Esta temporada es totalmente fiel al "ADN" de la serie y no teme aportar algo de esas subtramas telenovelescas que tanto podemos cuestionar de las dos primeras temporadas, pero sin las que Twin Peaks no alcanzaría ese mimbre kitsch que tanto se ha arraigado en la idiosincrasia de la serie.




Podría parecer que la mitad de la temporada se estanca. Seguramente todos coincidan en que es por la trama de Dougie. Pero si uno se molesta un poco en pillarle el punto puede que la disfrute como la clara y mordaz crítica que Lynch lanza sobre la sociedad actual, el mundo empresarial y las relaciones humanas. Esta trama también viene a imponer el inconformismo del propio Lynch a no atarse ni amoldarse a los parámetros habituales de la televisión. Porque, sin duda, esta nueva temporada de Twin Peaks, resulta ser de lo más necesaria y refrescante para el panorama televisivo actual. El verdadero Retorno de una gran serie que seguirá dando de qué hablar durante mucho más tiempo aunque Lynch y Frost no realicen una nueva temporada. Porque Twin Peaks no busca ser simplona y condescendiente para con el espectador. Twin Peaks busca a espectadores que no se frustren con preguntas que quizás no necesiten respuestas. Que no teman escuchar a un leño o adentrarse en una sala roja fuera del Espacio y del Tiempo para compartir una taza de café con entidades que hablan y bailan al revés. Porque así es Twin Peaks y así es como queremos que sea.




Lo Mejor: Volver a tener Twin Peaks.

Lo Peor: Volver a quedarse sin Twin Peaks.




2 comentarios:

¿Te puedes creer que no he empezado nunca esta serie? Ganas le tengo, eso sí.
Genial crítica :)

Nunca es tarde para descubrir Twin Peaks (y más si uno ya va con ganas).

Gracias :)

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