Seis años ha tardado el noruego André Øvredal en volver a ponerse tras las cámaras en solitario. Seguro que somos unos cuantos los que recordamos la curiosa Trollhunter, uno de los pocos mockumentarys que merece la pena ver. Y André vuelve a sorprender en gran medida con La Autopsia de Jane Doe.
Jane Doe es como se denomina en Estados Unidos a los cadáveres cuya identidad es desconocida. Uno de estos cuerpos es hallado en misteriosas circunstancias y es trasladado a una funeraria regentada por un padre y su hijo adolescente que desconocen los terribles secretos que oculta el cuerpo... ¿Sin vida?
Aunque el tema de la Muerte y el miedo a ella sea bastante atractivo de tratar, André decide pasar de ello aunque estemos rodeada de ella. Busca centrarse en lo que mueve el relato, que es la citada autopsia al níveo cuerpo de Jane Doe, y nos da una primera parte que es todo un regalo y una magistral lección de cómo hacer cine de género.
El truculento tema de la autopsia es bastante suavizado, en un principio, a ritmo de la música de la veterana radio de los forenses. Y aún así nos encontramos ensimismados observando atentamente cada corte y cada órgano extraído con el que tratar de esclarecer el misterio detrás de ese bello cadáver, al que se le suma el tono detectivesco a lo Sherlock Holmes que se trae el hijo del protagonista. Y que hace alcanzar a esta primera parte el estatus de thriller.
En todo momento de esta parte nos encontramos en la misma tensión y experimentando las mismas emociones de los protagonistas. Todo esto gracias a la estupenda labor de Øvredal tras las cámaras, a lo que se une el inmejorable escenario que es esa morgue familiar, creando una opresiva atmósfera digna de las películas de terror más clásicas o de algún relato de Stephen King o los cómics de EC.
Es cuando La Autopsia de Jane Doe entra en terrenos más sobrenaturales cuando el conjunto se resiente bastante y da la sensación de que nos encontramos ante dos películas completamente diferentes.
Aunque la revisión del ser a tratar es bastante ocurrente (lo mismo pasó con Trollhunter), esto queda opacado por un carrusel de clichés y pasajes cientos de veces vistos en el cine de terror actual que no le hacen ningún bien ni eran necesarios.
Por lo visto, André quiso realizar una película de terror más clásico al ver Expediente Warren. Para ello encontró un guión escrito por los primerizos Ian B. Goldberg y Richard Naig. Y como desconozco si todo lo que critico negativamente estaba en el libreto o viene por iniciativa propia de Øvredal, no puedo acusar con total seguridad a los responsables de hacer que esta película caiga en el fango del que, supuestamente, pretendía escapar.
Aún así, toda esta parte no entierra del todo la película y se mantiene a flote hasta ese final que nos deja con esa sensación de mal cuerpo que seguro que muchos fans del cine de terror echamos de menos.
Es necesario recalcar el gran trabajo de los actores Brian Cox y Emile Hirsch, que se complementan muy bien y logran generar una complicidad que hace que de verdad te de la sensación de que son padre e hijo. Olwen Catherine Kelly también acaba quedando en el recuerdo del espectador con su inmóvil, mudo e inquietante personaje.
Ya tan solo por su magistral primera parte, merece la pena darle una oportunidad a La Autopsia de Jane Doe. Y aunque el descenso de nivel en su segunda parte se nos antoje tan dolorosa, no impide que siga colocándose muy por encima de la mayoría de películas de terror de nueva generación.
Lo Mejor: Su primera parte y sus protagonistas.
Lo Peor: Una innecesaria segunda parte que opta por caer en los elementos del terror comercial.
2 comentarios:
La verdad es que tengo curiosidad, la veré´.
Un beso ^^
Creo que a mí me gustó bastante más la película xD Si bien es cierto que está dividida en dos partes, las disfruté mucho :) genial crítica, como siempre, Rubén ^^
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