En 2008, J.J. Abrams nos presentaba una película que, como la mayoría de proyectos en los que se implica, estuvo rodeado de secretismo hasta el momento de su estreno. Cloverfield (aka Monstruoso) resultó ser un buen film rodado en clave de found footage sin caer en los errores y manías que suelen poblar esta vertiente del cine de terror que tanto se explotó por aquel entonces. Además de poder considerarse una Kaiju-Eiga americano que nada tenía que envidiar a las propuestas originales niponas.
No fue hasta 2016 cuando Abrams nos volvía a coger a todos por sorpresa al revelarnos que Cloverfield tendría continuación y crearía un Universo Cinematográfico con Calle Cloverfield 10. Película que hasta un mes antes de su estreno se conocía por un título diferente. La película resultaba ser un notable y asfixiante film de suspense en cuya recta final podíamos encontrar la mayor "conexión" con el film dirigido por Matt Reves (La Guerra del Planeta de los Simios, Déjame Entrar) y que, en realidad, jugaba en su contra a la hora de valorar la película (que aún así seguía siendo de lo mejor que dio ese año).
Aún con todo, era imposible no sentir gran curiosidad por esta franquicia que ya confirmaba dos entregas más. La conocida por el título La Partícula de Dios generó gran interés debido al mayor presupuesto puesto en él, en el gran elenco y en la trama que nos sitúa en el espacio. Como en las demás ocasiones, el secretismo acompañó a la producción que, a medida que se acercaba la época fijada para su estreno en cines, seguía sin mostrar nada de material promocional. La cosa alcanzó el culmen cuando en los trailers del final de la SuperBowl se lanzaba el trailer de la película en el que se descubría el cambio de título y que su estreno era directamente en Netflix a partir del lanzamiento del avance. Desde luego un hecho que ha dado bastante de hablar sobre el servicio de streaming y lo que esto puede suponer en el continuo debate sobre cómo estas plataformas pueden afectar al cine de sala. No me gustaría pararme mucho en este tema aunque no me ampare ni el lado más alarmista ni en el más optimista del debate. Comentar rápidamente que nadie puede negar que la idealizada experiencia de asistir al cine lleva un buen tiempo bastante afectada por cuestiones como las monetarias. Pero, sobre todo, por las sociales. Podría escribir párrafos y párrafos de mis terribles experiencias cinematográficas (incluso tratando solo sobre las del año que acaba de empezar) por culpa del tipo de espectador que se deja caer para nuestra desgracia por las salas de cine de nuestro país (y, por supuesto, por las del resto del globo). En esos momentos suelo pensar bastante en los visionados que realizo en la comodidad de mi salón gracias a Netflix y claro, es imposible que me oponga con rotundidad a que servicios como este me ahorren esta clase de disgustos. Pero que quede bien claro que la experiencia de pasar por las salas de cine sigue siendo una práctica que tampoco estoy dispuesto a abandonar.
Aclarado esto, comentar que la verdadera razón detrás de la decisión por parte de Paramount Pictures de vender los derechos de distribución de The Cloverfield Paradox al gigante del VOD obedecen a las opiniones negativas generadas durante los pases de prueba del film y que avecinaban un tropezón en taquilla. Y una vez vista The Cloverfield Paradox uno no puede más que admitir esta película se puede salvar al verla en casa. Pero desde luego, de haberse visto en cines seguro que la opinión general iba a tirar del todo por lo negativo.
Es cierto que The Cloverfield Paradox engancha y convence en su primera media hora. La propuesta se muestra de lo más apetecible y se desarrolla de buena forma... Pero la cosa no continúa así por mucho tiempo. Muy pronto todo cae por su propio peso para nuestra desgracia, aunque logra mantener un poso de interés y un ritmo lo suficientemente decente como para que uno pueda finalizar la película.
Uno de los grandes problemas del film es el no decidirse por el tono de la propuesta. A lo largo del metraje vemos como The Cloverfield Paradox transita por todas las vertientes del cine de ciencia ficción (desde los más serios como Interstellar o Gravity hasta partes dignas de la Serie B más telefilmera). Si ya de por sí la premisa nos remonta a unos cuantos films del género, todo este carrusel temático termina por quitarle prácticamente toda la personalidad a la película (hasta Life logró superar la alargada sombra de Alien: El Octavo Pasajero). Esto se suma al diseño de producción que, aunque notable, resulta ser bastante simple y más parecido a lo que uno podría encontrarse en una serie de televisión (resulta harto curioso que esta película venga precedida por el estupendo episodio USS Callister de la cuarta temporada de Black Mirror) y no en una película multimillonaria.
Aunque es cierto que el reparto es de lo más solvente, lo que no ayuda es la pésima caracterización de los personajes. Quienes, además, vienen predefinidos por sus diversas nacionalidades que dan a pie a varios forzados conflictos entre ellos. Ni siquiera la protagonista, encarnada por la actriz Gugu Mbatha.Raw, puede justificar su transfondo dramático que acaba indigestando bastante.
Hablando de su conexión en este particular Universo Cinematográfico, hay que admitir que esto no funciona tan en su contra como en el caso de Calle Cloverfield 10, pero es cierto que estos guiños y referencias pueden sentirse algo forzados o gratuitos (esa escena final...). O incluso llegan a lastrar bastante el conjunto (se da una subtrama terrenal que quita bastante atención de lo que ocurre en el espacio. Y lo peor es que tampoco va más allá de su labor de conexión). Es imposible no pensar en que la propuesta de Julius Onah era en su origen completamente independiente a todo lo relacionado con Cloverfield (y así ha sido). Pero está claro que Abrams vio las posibilidades en ella y no dudó en ultimar todo para integrarla a su franquicia. Y lo cierto es que aunque aún queden multitud de preguntas por resolver, The Cloverfield Paradox acaba proponiendo un elemento que conecta las tres películas de mejor manera que cualquiera de sus "hermanas". Por desgracia, no se va más allá, ni por un lado ni por otro, de poner en pantalla esta idea que apenas nos da unos cuantos ocurrentes momentos a lo largo del film que se pueden contar con los dedos de la mano.
The Cloverfield Paradox resulta ser bastante decepcionante tanto para el seguidor de este Universo Cinematográfico como para el espectador ajeno pero fan de la ciencia ficción. Pero el tenerla en una plataforma como Netflix, logra que el visionado no se haga tan cuesta arriba y termine por funcionar como película de evasión.
Desde luego, The Cloverfield Paradox no le ha dejado las cosas nada fáciles a la próxima película del "Cloverfieldverso", Overlord. Aunque en los pases de prueba ha logrado opiniones bastante positivas. Seguramente esto se deba al estar tan alejada (temporalmente hablando, pues se sitúa en la Segunda Guerra Mundial) de las otras entregas.
Lo Mejor: La primera media hora.
1 comentarios:
Calle Cloverfield 10 me gustó mucho, la primera, no tanto. Puede que le eche un ojo a esta nueva entrega, para curiosear ;)
Genial entrada y crítica, Rubén :)
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