En Castle Rock Asylum estamos locos, entre otras cosas, por el cine. No es raro que consumamos este medio en grandes dosis y normalmente queremos compartir nuestra opinión sobre las películas con vosotros, internillos. Es así, como se nos ha ocurrido inaugurar una nueva sección titulada Doble Sesión. Título que nos hace pensar en esa evocadora imagen de autocine americano o en la época dorada del Grindhouse. Cuando por el precio de una entrada podías disfrutar de dos films. Esa es la mentalidad con la que nace esta sección: Ofreceros dos críticas en una. Para ello se tratará siempre de que tengan un mínimo de conexión o parecido. Ya sea en cuanto a temática, director, actor, medio...
En este caso, y para empezar, he decidido hacer una Doble Sesión sobre Bosques Malditos aprovechando el reciente estreno de la adaptación cinematográfica de la novela de Adam Nevill: The Ritual y mi visionado de El Bosque de los Suicidios de 2016:
-The Ritual, de David Bruckner:
En cuanto a cine de terror se refiere, Netflix aún tiene mucho trabajo que hacer. La mayor parte de su catálogo lo conforman títulos directos al mercado VOD debido a sus simplones argumentos y medios. Cierto que aún podemos encontrarnos alguna joyita de vez en cuando (ahora mismo tienen para nuestro deleite la imprescindible La Bruja), pero por tiempo limitado. En el caso de sus producciones originales aún han empezado a llamar la atención. Es por esto que la atención de todos los fans del género estaba puesta en The Ritual.
Basada en la novela homónima de Adam Nevill y a cargo de David Bruckner (V/H/S, Southbound), los derechos de distribución de esta película fueron adquiridos por Netflix. Quien podía jactarse de tener la exclusividad del estreno en su plataforma (a excepción de Reino Unido y los Festivales donde se proyectó con anterioridad). Una compra que un servidor cree que ha sido de lo más inteligente. Pues The Ritual sí que resulta ser una gran película de terror que a pesar de lo conocido y tópico de su planteamiento, logra sorprender y gustar por méritos propios.
The Ritual nos presenta a un grupo de amigos que van de excursión a un bosque. Aunque esto nos vaya sonando, la cosa da una vuelta de tuerca al descubrirnos que estos personajes no son los típicos jovenzuelos (aunque ellos quieran creer que sí). Los protagonistas de The Ritual ya peinan canas y deben de hacer frente a no pocas responsabilidades. Y el típico bosque no es tal, pues se sitúa en los gélidos e inhóspitos parajes del Norte de Suecia.
Al enfoque más adulto de lo habitual se le suma un terrible y decisivo suceso que es motivante de la trama y clave en su desarrollo y al que asistimos nada más arrancar el film.
Es imposible hablar de The Ritual sin pararse a alabar lo bien que aprovecha su ambientación para crear una atmósfera que se va volviendo cada vez más siniestra y opresiva. Bruckner rueda con buena mano y la primera mitad de la película nos sorprende con una muestra de terror más sugerente y psicológico.
Al igual que es inevitable hablar de lo bien que la película aprovecha los parajes suecos, también lo es notar que The Ritual bebe mucho de El Proyecto de la Bruja de Blair (y de algún que otro Survival Horror de principio de siglo). Esto no juega para nada en su contra. Es más, si bien Blair Witch acabó siendo una soberana decepción. La adaptación de la novela de Nevill se consume con aún más ahínco al sentirse como un excelente sustitutivo.
El reparto es muy solvente y defienden muy bien a sus personajes. Claramente destaca Rafe Spall como Luke, sobre quien pesa el mayor labor de trasfondo. Gran parte del terror que vemos en la película viene por el sentimiento de culpa que arrastra su personaje y que juega en su contra a medida que van adentrándose en los misterios del bosque.
Si antes mencionaba que The Ritual nos compensa a los que salimos escaldados de Blair Witch, tengo que volver a señalar los valores de la película de Bruckner por encima de la fallida secuela de la obra maestra de Eduardo Sánchez y Daniel Myrick. Pues si bien esta desaprovechaba su mitología, The Ritual no lo hace. Y se empapa muy bien de ella (no sé hasta qué punto esto viene debido a la novela pues no la he leído) para meternos el miedo en el cuerpo con estos temores ancestrales y ligados a la naturaleza y este entorno nórdico.
La película se aleja bastante de lo mostrado hoy en día en el género. Aunque tampoco mucho, pues si bien no hace gran uso de los Jumpscares sí que suele recurrir a golpes sonoros que a efectos prácticos vienen a ser lo mismo. Esto no es tónica general en la propuesta, pero sí que llega a afear bastante el conjunto.
En la segunda mitad del film, The Ritual comienza a ir en un in crescendo al que se suma el brusco cambio de dinámica de su recta final. Esto, aunque a priori creí que iba a echar por tierra la propuesta, se siente como el paso lógico para completar el relato que podría haberse estancado del todo. La traca final que supone toda esta parte no sacrifica el significado más profundo de esta lucha por la supervivencia que trabaja el film desde sus primeros compases.
Desde luego, The Ritual no logra pertenecer a ese grupo de joyas, imprescindibles y obras maestras del género de este siglo en el que ya se encuentran Babadook o la citada La Bruja. Pero destaca y mucho entre el aluvión de pésimas propuestas y puede ser un gran ejemplo a seguir por Netflix a la hora de engrosar su catálogo de este género.
Lo Mejor: Su atmósfera y enfoque más "adulto".
Lo Peor: El uso de golpes sonoros. Aunque de una vuelta de tuerca a varios clichés del género sigue estando ligado a ellos.
-El Bosque de los Suicidios, de Jason Zada:
Aokigahara es un lugar tan aterrador porque es real. En este "Mar de árboles" situado en la base del famoso monte Fuji de Japón, se da lugar una práctica macabra que se lleva realizando desde hace siglos: el suicidio. No son pocas las personas que, cada año, acuden a ese lugar a poner fin a sus vidas. El asunto está tan normalizado que las partidas de voluntarios para patear los caminos y encontrar los cadáveres de esos pobres desdichados son tan comunes como los grupos de voluntariado para la recogida de la basura.
Está claro que un lugar así ha visto el nacimiento de cientos de historias, leyendas urbanas y, sobre todo, obras escritas y visuales que tratan de trasmitir lo aterrador del lugar. En el caso que nos ocupa, nos encontramos ante una película del pasado 2016 que estuvo acompañada de cierta polémica debido a la acusación de plagio por parte de nuestro dibujante patrio El Torres. Quien notó "gran" parecido a una de sus obras. Pero hasta donde yo sé, por lo que más se ha podido llevar las manos a la cabeza el dibujante es el cierto parecido del título de ambas propuestas (el cómic se titula El Bosque de los Suicidas). No vamos a ponernos a acusar de plagio todo aquello que tome como punto de partida un lugar famoso, ¿no?
Al final, la polémica puede que haya beneficiado a la película dirigida por Jason Zada, que no pasa ni como triste pasatiempo del género.
A principios de siglo, el J-Horror saltó fronteras y animó a tratar de emular este estilo de cine de terror nipón dando a pie a una colección de insulsos remakes americanos de los que apenas podemos salvar los de The Ring. Aún con todo, tras este exploit, se podría esperar que se aprovechase la oportunidad (y un marco tan macabro como atrayente como es el bosque de Aokigahara) con esta El Bosque de los Suicidios. No es el caso, aunque es cierto que en la primera mitad del film parece que se trata de tomar en serio la cosa (aún habiéndonos soltado entre medias unos cuantos jumpscares en oferta). Incluso acercándola a un terreno más psicológico, lo que podría haber hecho ganar al relato muchos puntos a la hora de su valoración. Pero la película de Zada no deja de ser otro producto que espera entretener a ese espectador medio que tanto mal ha hecho al cine de terror desde hace unos cuantos añitos. Y aún así, incluso este puede que acabe poniéndole mala cara a El Bosque de los Suicidios.
Es triste ver cómo Zada desaprovecha las localizaciones y pone el piloto automático a la hora de rodar. Pero más triste es descubrir que tras el guión nos encontramos con Nick Antosca (amén de Sarah Cornwell). Aquel que tanto bien está haciendo por el género con Channel Zero, redacta un desganado libreto (que mantiene las señas de identidad de este autor: la importancia del pasado en la trama sobrenatural) que acaba por afectar hasta en la actriz protagonista. Natalie Dormer (conocida por su personaje de Margaery Tyrell en Juego de Tronos) no puede hacer nada por levantar este proyecto. Ni con el interesante, a priori, juego de la doble interpretación ni con esa intensa "conexión" de las dos hermanas gemelas tan bien presentada pero apenas trabajado en el resto del metraje.
El Bosque de los Suicidios puede que acabe por salvarse por lo inherente aterrador del lugar que toma como marco para su historia. Pero lo cierto es que apenas puede ser defendida ni como propuesta de evasión.
Lo Mejor: El intento de tirar por una temática más psicológica de su primera mitad.
Lo Peor: Querer amoldar el conjunto al espectador más casual llegando no poder ni contentarlo.
-El Bosque de los Suicidios, de Jason Zada:
Aokigahara es un lugar tan aterrador porque es real. En este "Mar de árboles" situado en la base del famoso monte Fuji de Japón, se da lugar una práctica macabra que se lleva realizando desde hace siglos: el suicidio. No son pocas las personas que, cada año, acuden a ese lugar a poner fin a sus vidas. El asunto está tan normalizado que las partidas de voluntarios para patear los caminos y encontrar los cadáveres de esos pobres desdichados son tan comunes como los grupos de voluntariado para la recogida de la basura.
Está claro que un lugar así ha visto el nacimiento de cientos de historias, leyendas urbanas y, sobre todo, obras escritas y visuales que tratan de trasmitir lo aterrador del lugar. En el caso que nos ocupa, nos encontramos ante una película del pasado 2016 que estuvo acompañada de cierta polémica debido a la acusación de plagio por parte de nuestro dibujante patrio El Torres. Quien notó "gran" parecido a una de sus obras. Pero hasta donde yo sé, por lo que más se ha podido llevar las manos a la cabeza el dibujante es el cierto parecido del título de ambas propuestas (el cómic se titula El Bosque de los Suicidas). No vamos a ponernos a acusar de plagio todo aquello que tome como punto de partida un lugar famoso, ¿no?
Al final, la polémica puede que haya beneficiado a la película dirigida por Jason Zada, que no pasa ni como triste pasatiempo del género.
A principios de siglo, el J-Horror saltó fronteras y animó a tratar de emular este estilo de cine de terror nipón dando a pie a una colección de insulsos remakes americanos de los que apenas podemos salvar los de The Ring. Aún con todo, tras este exploit, se podría esperar que se aprovechase la oportunidad (y un marco tan macabro como atrayente como es el bosque de Aokigahara) con esta El Bosque de los Suicidios. No es el caso, aunque es cierto que en la primera mitad del film parece que se trata de tomar en serio la cosa (aún habiéndonos soltado entre medias unos cuantos jumpscares en oferta). Incluso acercándola a un terreno más psicológico, lo que podría haber hecho ganar al relato muchos puntos a la hora de su valoración. Pero la película de Zada no deja de ser otro producto que espera entretener a ese espectador medio que tanto mal ha hecho al cine de terror desde hace unos cuantos añitos. Y aún así, incluso este puede que acabe poniéndole mala cara a El Bosque de los Suicidios.
Es triste ver cómo Zada desaprovecha las localizaciones y pone el piloto automático a la hora de rodar. Pero más triste es descubrir que tras el guión nos encontramos con Nick Antosca (amén de Sarah Cornwell). Aquel que tanto bien está haciendo por el género con Channel Zero, redacta un desganado libreto (que mantiene las señas de identidad de este autor: la importancia del pasado en la trama sobrenatural) que acaba por afectar hasta en la actriz protagonista. Natalie Dormer (conocida por su personaje de Margaery Tyrell en Juego de Tronos) no puede hacer nada por levantar este proyecto. Ni con el interesante, a priori, juego de la doble interpretación ni con esa intensa "conexión" de las dos hermanas gemelas tan bien presentada pero apenas trabajado en el resto del metraje.
El Bosque de los Suicidios puede que acabe por salvarse por lo inherente aterrador del lugar que toma como marco para su historia. Pero lo cierto es que apenas puede ser defendida ni como propuesta de evasión.
Lo Mejor: El intento de tirar por una temática más psicológica de su primera mitad.
Lo Peor: Querer amoldar el conjunto al espectador más casual llegando no poder ni contentarlo.
2 comentarios:
Genial nueva sección, ¡me ha encantado!
Respecto a las películas, The Ritual la tengo pendiente pero veo que merece la pena el visionado. El bosque de los suicidios no me desagradó, la verdad, aunque sí creo que podrían haber sacado (y mucho) más provecho tanto de la historia como del emplazamiento.
En esta ocasión, solo he visto The ritual. Me gustó, es entretenida y la ambientación es fantástica.
La otra la tengo pendiente :)
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