Yo no sabía de la existencia de esta película, pero mi bonito sí, así que siendo del género que es, no la podíamos dejar sin visionar durante mucho tiempo. Lo que más me gustó nada más ponerla fue ver que el niño protagonista es el actor Jackson Robert Scott, que me fascinó en su papel de Georgie (It).
Precisamente él lleva todo el peso de la trama, pues es básicamente un superdotado que pronto empieza a comportarse de forma extraña. Su madre comienza a preocuparse de verdad cuando un doctor especializado le habla de la reencarnación, y del alma maligna que puede habitar en el cuerpo de su hijo...
Es cierto que la historia no es original, ni nada que no hayamos visto ya antes. Además, resulta previsible y acaba justo como el espectador espera. ¿Qué tiene entonces de bueno? Un par de sustos de los gordos que me di, y lo entretenida que resulta.
También es verdad que tiene algunas escenas que dan mucho mal rollo, y no dudarán en ponernos los pelos de punta y regalarnos un par de sobresaltos en algún que otro fotograma.
En el lado contrario, hay cosas del guión que no resultan nada creíbles. Es decir, mi hijo empieza a comportarse raro, lo llevo al médico, y de lo primero que me hablan es de la reencarnación... No sé, muy cogido por los pelos, muy rápido todo.
Como veis, una de cal y otra de arena en una película que, aun así, resulta entretenida y disfrutable, sobre todo para los amantes del género.
Lo mejor: que me cagué en un par de escenas.
Lo peor: lo previsible que es.
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