En la mente de muchos
aún están los despropósitos cinematográficos cometidos sobre adaptaciones
americanas de obras del manganime japonés como Speed Racer. Pero, sobre todo,
está el sangrante caso de la (per)versión titulada Dragon Ball: Evolution. Por
lo que el anuncio de que Ghost In The Shell sería adaptado por dos grandes
estudios americanos como lo son Dreamworks y Paramount Pictures no recibió
muchos aplausos (a lo que se le unió tiempo después el controvertido tema del
"white washing" como se comentará un poco más abajo). Además, estamos
hablando sobre una de las obras más queridas e influyentes en el género de la
ciencia ficción. Y más específicamente hablando: en el cyberpunk.
Ghost In The Shell ve
la luz en 1989, año en el que el mangaka Masamune Shirow nos descubre esta
fascinante historia sobre un futuro en el que los límites del ser humano y la
concepción del ser se desdibujan gracias a implantes robóticos y
neurocerebrales. Pero no sería hasta 1995, cuando la obra sería reconocida
mundialmente gracias a la película de animación dirigida por Mamoru Oshii. A
partir de ahí tenemos una secuela por no hablar de varias series y videojuegos
que expanden el universo de Shirow (a la vez que desvirtúan la concepción
transcendental y filosófica primigenia para centrarse en la acción y el
apartado estilístico). A la que se une esta nueva versión en live-action.
Si bien no estamos ante
otro nulo intento como las dos anteriores mentadas, apenas puedo darle un
notable. Siendo una película que apenas aprovecha la fuente original a adaptar
y prefiere ser una decente película de acción futurista con algún que otro
intento de ser algo más.
La película nos sitúa
en un futuro dominado por la tecnología que incluso ha permitido que nuestra
protagonista consiga un cuerpo completamente cibernético con el que ser el
mayor activo de la Sección-9. Un cuerpo policial especializado en el
ciber-crimen. Pero tras un encuentro con un misterioso hacker, la Mayor
comenzará a cuestionarse todo en lo que cree. ¿Quién es en realidad? ¿Seguro
que sus aliados no son sus enemigos y viceversa?
Lo primero que destaca
y es lo que más se valora es su puesta en escena y diseño de producción. Está
claro que en estos puntos los responsables se han esmerado y nos ofrecen un
universo sci-fi totalmente fascinante e inmersivo en el que merece la pena
perderse. Pero es una lástima que al final se centren tanto en el Shell y
dejen de lado el Ghost. Lo que debería ser el verdadero motor de la película.
Y sí, la película logra
recordarnos estar ante una adaptación de Ghost In The Shell. Aunque
desvirtuada, la esencia se puede sentir. E incluso toman bastantes elementos y
momentos no solo de la película del 95. Pero los problemas comienzan cuando
trata de abrir un nuevo camino.
A pesar de ser un
verdadero fanático de la película de Oshii, estaba a favor de que esta no fuese
un simple calco y que apostase por una nueva visión. Pero esta acaba resultando
una soberana decepción. Tratando temas de lo más trillados y con poco acierto y
dejando bastante de lado los que de verdad hacen grande a Ghost In The Shell.
Rupert Sanders,
director de la infumable Blancanieves y la Leyenda del Cazador, vuelve a
demostrar ser alguien que busca lo visual por encima de lo narrativo. A esto se
le junta un superficial libreto escrito sin mucho acierto por varias manos.
Hablar del reparto es
hablar de la elección de Scarlett Johansson como protagonista. Algo que
ocasionó que se vertiesen ríos de tinta virtual sobre el criticado tema de los
cambios de raza de los personajes. Siendo en este caso una actriz caucásica
encarnando a un personaje aparentemente japonés. En este tema entró hasta el
creador original de la obra e incluso se preguntó a varios japoneses que se
mostraron bastante contentos con el fichaje. Incluso la película trata de
justificar esto, por lo que las quejas son infundadas. Aunque sí que es cierto
que la elección de Scarlett no es casual y su experiencia en el cine de acción
equilibró bastante la balanza a su favor. Además, su actuación no se queda solo
en las escenas de acción. La actriz logra trasladar la mar de bien al personaje
al live-action e incluso aprovecha que esta versión decide humanizar más al
personaje para resultar más carismática y atractiva al gran público que el
personaje original.
A duras penas le sigue
el paso Pilou Asbæk dando vida a Batou, quien queda bastante relegado en el
papel de "compañero de la prota". Pero peor lo tienen el resto de
integrantes de la Sección-9 que quedan como simples y anecdóticos secundarios
(Togusa apenas tiene unas líneas de diálogo para mencionarnos que es de los
pocos sin implantes). Y por suerte, la presencia inherente del gran Takeshi
Kitano logra que su aparición como el Jefe Aramaki no caiga en el olvido. Como sí
que ocurre con la actriz francesa Juliette Binoche.
El tema villanos es uno
de los mayores puntos negativos de la película. El personaje de Michael Pitt
resulta ser una mezcolanza de un antagonista de la serie Stand Alone Complex y
el Titiritero del clásico del 95, pero al que se le añade una trama que conecta
directamente con la Mayor. Algo que apenas se aprovecha e incluso pierde
totalmente el interés en la recta final. Seguramente el mayor problema de esto
sea el villano de fondo, que resulta ser el típico empresario sin escrúpulos
mil y unas veces visto en esta clase de películas.
Clint Mansell ha hecho
un gran trabajo con la BSO. No quedando a la sombre de lo que hizo Kenji Kawai
con la cinta del 95 y amoldándose a esta nueva visión.
Algo que no me gustó
mucho (a parte de ciertos fallos argumentales e incoherencias) es el que en su
último acto la película muestre unas descaradas intenciones continuistas. Dando
la sensación de que la película empieza cuando termina y perdiendo mucho al
valorarla como obra independiente. Comprendo las ganas del estudio por querer
explotar este universo, pero se tiene que entender que antes de eso hay que
saber presentarlo.
Ghost In The Shell no
es la gran adaptación de un animanga, pero tampoco termina convirtiéndose en un
verdadero despropósito. Presenta al gran público este universo cyberpunk
bastante suavizado y centrándose más en la acción, pero el excelente apartado
visual y artístico se convierte en un gran reclamo para visionarla. Sirve,
además, como aperitivo para el verdadero espectáculo cyberpunk de este año:
Blade Runner: 2049.
Lo Mejor: Su puesta en
escena. Scarlett Johansson cerrando bocas.
Lo Peor: La nueva historia resulta ser un insípido cóctel de clichés ya vistos. El sentirla una "vendesecuelas" sin alma.
2 comentarios:
¡Hola Rubén!
La verdad es que tengo muchas ganas de verlas, así que esta vez te leo un poco de puntillas :)
Pues a ver si vuelves después de verla.
Publicar un comentario