Mike Flanagan
(Oculus) nos trae este año la precuela de Ouija,
film de terror dirigido por Stiles White
sobre el famoso tablero que aunque no estuvo mal sí tiró mucho de los tópicos
en el cine de fantasmas y, para mi gusto, la encontré algo floja.
En esta ocasión, nos muestran el origen de los espíritus que
atormentaban a los protagonistas de la anterior película, y debo decir que, en
esta ocasión, ha conseguido asustarme.
La historia comienza con Alice
Zander (Elizabeth Reaser) realizando una sesión de espiritismo falsa
ayudada por sus dos hijas, Lina (Annalise Basso) y Doris (Lulu Wilson).
Durante una fiesta, Lina
y sus amigos juegan a la ouija, un
tablero que empieza a estar de moda y le recomienda a su madre que lo pruebe en
sus sesiones para hacer algo nuevo y así avivar el negocio familiar.
Alice duda al
principio, pero debido a las enormes facturas que se acumulan y de que no hay
demasiada clientela dispuesta a pagar por hablar con sus difuntos, termina
comprándolo.
Hay tres sencillas directrices que deben cumplir: Nunca
jugar solo, siempre decir adiós y no jugar en cementerios. No hace falta decir
que las reglas, en este tipo de películas, están para romperlas.
Es ahí cuando la pequeña Doris
pasa de niña adorable a ser endemoniado. Y cuando el espectador salta más de
una vez en sus asientos.
A pesar de que a veces pueda resultar previsible, las dosis
de terror están bien repartidas y la película no se hace pesada en ningún
momento.
La historia, ya no sólo el tema de la familia protagonistas
si no el de la casa y el buen llamado origen
del mal, me resultó muy interesante y creo que fue un acierto la creación
de esta precuela.
Las interpretaciones son correctas, destacando a las dos
niñas de la cinta, Annalise Basso y Lulu Wilson, sobretodo esta última que
consigue ponerte los pelos de punta en más de una ocasión.
El final de la película, muy acertado.
¿La recomendaría?
A mí me ha gustado. Es una película que entretiene, da
buenos sustos y que, aunque a veces cae en algunos tópicos del cine de terror, disfrutas
de ella hasta el último fotograma.
Lo ideal es verla con las luces apagadas y una buena bolsa
de palomitas.
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