Por si aún queda algún fan del la literatura de fantaterror española que no conozca esta estupenda publicación, explicaré antes de nada qué es Calabazas en el Trastero. Esta antología de la editorial Saco de Huesos trata de homenajear a revistas como la desaparecida Miasma además de prodigar el género fosco (un género de terror difícil de definir incluso para los que no dejan de escribir sobre él). Así que cada poco convocan a todos los autores (desde los más amateurs hasta los que ya no les es nada extraño ver su nombre publicado) que se atrevan a concebir relatos sobre cualquier tema que se precie (desde algunas propuestas "típicas" como es el Horror Cósmico, los Monstruos de Cine, los Bosques, hasta temas más atrevidos como Fútbol, Empresas, Tijeras...), compilando los 13 mejores y más meritorios en una publicación bastante atractiva y de lo más asequible.
El número que voy a reseñar trata sobre Terror Oriental. Temática de lo más fascinante, la verdad. Toda cultura o país tiene su forma de entender el terror (aunque a todos nos producen la misma sensación) y podemos encontrar fácilmente las diferencias a la hora de visionar El Exorcista y después Ju-on. Y con estos elementos que el cine y la literatura asiática nos han mostrado, los autores han tenido que emplearlos sabiamente a la hora de redactar sus historias.
Tinta China, Juan Ángel Laguna Edroso: Empezamos con un relato cuyo terror se halla en un increíble hecho: un día, sin previo aviso, toda la población oriental desaparece sin dejar rastro. Sin duda, lo que más queda grabado a fuego en el recuerdo del lector será su inquietante imagen final.
El Ladrón de Almas, Diana Muñiz: Relato que empieza bien, pero que acaba resultando de lo más predecible, Aún con todo, es de aplaudir la ambientación fosca (además incluye un crío fantasmágorico, que siempre queda bien cuando se trata de terror oriental). Quizás me habría sabido mejor si se encontrase a la mitad de la antología y no en segundo lugar.
La Compañía De Las Indias Orientales, Miguel Cisneros: No hay que negar que está muy bien escrito (además, me gustó mucho el uso de los tres tiempos a la hora de narrar la historia), sin embargo se queda muy corto a la hora de causar terror y resulta ser bastante confuso.
Chacal, José Ignacio Becerril: Muy aceptable relato que resulta más terrorífico para mí al producirse en un entorno claustrofóbico. Se podría haber aprovechado mucho más esto y sin duda me quedo con la sangrienta escena onírica. Pero descoloca demasiado del conjunto de este compendio de Terror ORIENTAL.
Cicatriz de Hierro, Victor Núñez: Es de aplaudir que el autor se haya atrevido a desenmarcarse de la mayoría de relatos a la hora de ofrecernos el terror de la cultura mongol con el Transiberiano de fondo. El relato está escrito de una manera tan limpia y segura que es cosa de alabar al autor.
La Trampa del Amor, David Jasso: Para muchos, este autor es todo un referente en el género de fantaterror patrio. Para mí, esto es lo primero que leo del autor, y la verdad es que no me ha sabido nada mal. Jasso nos invita a leer una historia muy cruel y muy original a la hora de elegir el lugar para que el espíritu de turno ocupe. Pero para mi gusto no es todo lo cruel que debería ser debido a la decisión que toma su protagonista en las últimas páginas.
Kuchisakeonna, Miguel Puente: Relato sencillo pero eficaz que se vale de una conocida leyenda urbana nipona y que ha elegido (sabiamente) ambientar en Madrid. Dotando al escrito de un cierto aire de credibilidad acercando el terror extranjero a nuestras tierras.
La Caída De La Casa Ushima, Andrés Abel: Uno de mis relatos favoritos de la antología y de los mejores, sin duda. La extensión no es impedimento para que Andrés nos meta el mal rollo en el cuerpo con esta historia de Yakuzas enfrentándose a lo desconocido. Gran homenaje al maestro Poe en el acertadísimo título.
Orgullo De Padre, Darío Vilas: El mejor relato de la antología. Y no solo lo digo yo, ya que consiguió llevarse el Premio Nosferatu (galardón en el que se decide por votación popular el mejor relato de cada entrega). El vigués se ha esmerado en regar el relato con todo ese toque oriental, empezando por los ritos funerarios sintoístas (además, está, en parte, basado en hechos reales). Como ya nos tiene habituado el autor de Piezas Desequilibradas, el malsano realismo se entremezcla con lo increíble y sobrenatural, llegando a un final que en verdad pone los pelos de punta y es digno de retratarse en cualquier película que nos llegue del país del Sol Naciente.
Oni, Luis González: A pesar de no alejarse mucho de un esquema utilizado por los autores occidentales a la hora de escribir sobre terror (casas encantadas), ser bastante breve y tener un final algo predecible, funciona a la perfección.
Almas en Danza, L. G, Morgan: Como me ocurrió con el texto de Miguel Cisneros, el relato de Morgan resulta estar increíble y bellamente escrito, pero me chista demasiado a la hora de pertenecer a esta antología de Terror Oriental.
Bunraku, Ignacio Cid: Un texto en el que rebosa esa sensación de tristeza y dolor que es muy difícil sacarse de encima, incluso mucho después de haber terminado de leerlo.
La Niña China, Santiago Eximeno: Y si creías que ya habías tenido suficiente crudeza en esta antología, aquí llega el señor Eximeno para echarte en la cara esta dura historia de venganzas de ultratumba, que resulta ser más dura por el tema nada ajeno para nadie y siempre de actualidad. No me imagino mejor manera de terminar esta antología que con este relato.
Una antología de lo más homogénea con muchas formas de entender el terror oriental.
Si os ha gustado la reseña y queréis haceros con este Calabazas en el Trastero, o cualquiera de ellos (atentos que podéis haceros con varios ejemplares en papel con descuento), tanto en papel como digital, además de comprobar el interesante catálogo de la editorial. Os invito a descubrir Saco de Huesos.
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