martes, 2 de diciembre de 2014

Reseña Feral de David Jasso, por Zanbar Bone

Con Feral, David Jasso se adentra en un género mezcla de terror y ciencia ficción al más puro estilo Alien o Fantasmas de Marte. ¿Y por qué lo comparo con películas? Quizá porque de este autor, expresidente de Nocte (la Asociación Española de Escritores de Terror), se dice que tiene un estilo muy cinematográfico, y es bien cierto.

Como casi todo está inventado y escrito ya, abordar una novela así tras leer la contraportada te hace pensar “Oh, ya, lo típico: espacio, alienígenas malos, humanos merendados...”, pero cuando comienzas a leerla te das cuenta de por qué una novela es interesante y diferente a las demás, aunque el tema parezca trillado.

No sé por qué, en la contraportada, uno de los críticos dice que está a la altura de Stephen King. Como escritor de calidad, probablemente sí, aunque hay que salvar distancias (principalmente por el número de obras... Bueno, lo dejo ya, las comparaciones son odiosas); y si en la crítica se refería a que el estilo entre estos dos autores es parecido: no, señor. Jasso tiene un estilo propio, caracterizado por escenas rápidas e intensas, por repeticiones de oraciones que, lejos de ser un fallo estilístico, se convierten en un recurso muy efectivo para reforzar una emoción, siempre una emoción acorde con el género de terror. También sabe (y peca de) retratar el amor juvenil (o el adulto, da igual) y de darle a todo un toque que roza lo cursi, como de melodrama romántico. Pero con Feral sí ha bordado algo en concreto...

Jasso ha creado momentos de tensión y espanto de una manera tan efectiva que, cosa rara en mí, ha logrado alterarme, no transmitirme terror, cosa que creo poco posible e incluso negativa, pero sí nerviosismo, inquietud, esa sensación que te atrapa y te obliga a seguir hasta el final con los ojos cerrados (es un decir), o a cerrar el libro de manera temporal.

Te contagia de una sensación de desamparo, te convence de la desesperación, te salpica con la retorcida mentalidad de sus personajes, y te conduce a un ritmo increíblemente ágil por toda una serie de acontecimientos lo suficientemente creativos y casi inesperados como para prohibirte abandonar la lectura, aunque sea un ejercicio de masoquismo. Además, no esperes piedad con los personajes (ríete tú de George R. R. Martin).

En el aspecto menos redondo de la novela quiero destacar ciertos diálogos, no todos, que quizá pecan de una voz narrativa homogénea. Es decir, vemos los dejes del autor, y abusa demasiado de ciertas onomatopeyas (ji, ji, ji) que a mí personalmente me costaba imaginármelas en el sentido que requería la situación. En esos casos, (modo corrector repipi on) cuando el sonido no resulte especialmente gráfico y una risa así pueda ser interpretada con sonoridades diferentes, lo mejor es describirlo y obviar la transcripción literal (modo corrector repipi off).

Tampoco me terminan de convencer, pero esto es una marcada manía personal, los finales apoteósicos. Ya que hablamos de Stephen King, en muchas de sus novelas, como Desesperación o incluso It, la pelea final contra la monstruosidad le resta encanto a la atmósfera que se ha ido creando, y limita mucho las posibilidades de jugar con los personajes, con las pequeñas particularidades de estos. Sé que muchos opinarán lo contrario, y que como efecto dramático están muy logrados dichos finales. De hecho, en Feral la acción al final es trepidante, pero me recuerda demasiado a esas pelis de zombis muy misteriosas y emocionantes al principio, pero terriblemente frenéticas y exageradas cuando ya todos están infectados.

Otra pequeña crítica que podría hacérsele, en el mismo sentido que el párrafo anterior, es el recurso dramático de que determinados personajes parezcan invencibles (cosa que limita mucho las posibilidades de acción humana, aunque aquí funciona bastante bien), para luego parecer demasiado frágiles esos mismos personajes anteriormente invulnerables. Y no explicaré esto en detalle por no acabar llenándolo todo de spoilers.

Lo que quiero dejar de manifiesto es que se trata ante todo de una novela con un estilo muy depurado, eficaz, muy intensa e impactante, con un tono de ironía muy divertido (aunque peca de la voz narrativa homogénea que he mencionado), y con una historia muy trabajada y trepidante, llena de giros e ideas bastante frescas y atractivas.

Además, Jasso, aunque explota un tópico que me repatea un poco (el de los extraterrestres malotes), reproduce de forma en mi opinión muy acertada las intrigas que acompañan a las instituciones humanas, y esa ingenuidad del humano medio con respecto a la (falsa) seguridad que le proporciona la sociedad, sus estructuras y sus líderes. Ahí queda eso.


P. D.: No quiero despotricar de la editorial de Feral, que lamentablemente ha hecho que la novela sea más difícil de encontrar que el Necronomicón...


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