miércoles, 28 de noviembre de 2018

Crítica Creep de Patrick Brice



Aaron necesita dinero y le surge una oportunidad de oro: un hombre moribundo lo contrata para que pase un día con él y grabe todos sus movimientos. ¿A cambio? Mil dólares. ¿El fin? Se está muriendo de cáncer y quiere dejarle un recuerdo a su futuro hijo, que está a punto de nacer. Durante esas ocho horas, Aaron se da cuenta de que algo raro pasa y, cuando descubre todas las mentiras de Josef y que este le ha quitado las llaves de su coche para que no se vaya de su casa, ya será demasiado tarde, pues Josef acosará a Aaron de todas las formas posibles.

La película está rodada como falso documental,  por lo que solo vemos las grabaciones de la cámara de Aaron. A pesar de que esto me suele marear en algunas películas, esta es más sosegada y ha logrado que la vea sin ningún problema de ese tipo.


Me han fascinado ambos actores y sus personajes. Aaron pasa un terror que, en muchas ocasiones, parecía real. Josef está como una puta cabra, por lo que también crea momentos muy divertidos durante la película (o será que yo tengo un humor raro, porque me meaba en situaciones bastante tensas).

Resulta muy amena, mucho  más de lo que me esperaba de ella. El ritmo es pausado, justo como tiene que ser para que la trama se hile de la forma en que lo hace. Se te va metiendo poco a poco en el cuerpo hasta que tú también te sientes acosado por Josef, y empiezas a sentir el mismo terror que Aaron cuando se mete en la cama.

Sinceramente, me ha sorprendido para bien. Te va dando pinceladas de lo que ocurre, te pone en tensión, te aterroriza y, a veces, y si eres tan rara como yo, te hace mearte de la risa. Por supuesto la recomiendo, y  mañana mismo vamos a ver la segunda parte, que también promete tras el final de esta.

Lo mejor: Los personajes. La tensión. El terror compartido con Aaron.

Lo peor: algunas cosas predecibles.






1 comentarios:

Mira que yo soy anti-mockumentary. Pero en esta tanto director como guionistas se esmeran para meterte en la historia. Y madre mía Aaron...

Lo mejor es que la gente la vea sin saber mucho de ella.

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