viernes, 15 de septiembre de 2017

Crítica Death Note de Adam Wingard





Vuelvo a jugármela con la crítica de otra polémica adaptación cinematográfica. En este caso se trata de la realizada por Netflix sobre Death Note.

Tanto como manga y anime. La obra de Tsugumi Oba y Takeshi Obata han conseguido traspasar las fronteras niponas. Logrando colarse entre títulos como Dragon Ball, Naruto, One Piece, y más recientemente Ataque a los Titanes, como título de referencia cuando un profano decide descubrir el manganime. Y lo logró de una forma bastante curiosa. Pues la historia de Oba y Obata parece acercarse más al seinen (historias dirigidas a público adulto) que al shonen (historias más juveniles y en las que es fácil encuadrar las otras obras mencionadas). En Death Note se nos propone una historia policíaca y un duelo de intelectos entre un joven asesino de masas empeñado en crear un nuevo mundo a su imagen y semejanza y el, también, joven detective que busca desenmascararlo. A todo esto hay que mencionar la presencia de elementos sobrenaturales que logran que el conjunto gane más enteros.




Salvo por el tema shinigami (Dios de la Muerte japonés), lo cierto es que la premisa original de la obra es bastante adaptable a diferentes lugares del mundo. Pero hasta este año, Japón ha estado siendo la encargada de revisitar esta historia en live-actions que abarcan una duología de películas (con posteriores spin-offs y secuela) y una serie. Pero Netflix, que tiene la atención bastante puesta en el mundillo del anime (Knights of Sidonia, The Seven Deadly Sins, Blame!), se ha atrevido ha realizar su versión de esta historia en formato largometraje de acción real.

Debido a la mala fama que tienen los americanos adaptando manganimes (Dragon Ball: Evolution ha hecho demasiado mal) y la legión de fans que tienen la obra original de Oba y Obata. La película, al igual que pasó con La Torre Oscura, ya tenía ganado el rechazo de gran parte del público. Y tal como me ocurrió con la película basada en el magnus opus de Stephen King, tengo que admitir que he disfrutado de Death Note (y en esta ocasión soy fan y gran conocedor del material original). Y es que más que una adaptación al uso resulta ser una película basada en el manganime que ofrece un nuevo enfoque y punto de vista para esta, ya, resabida historia. Además, puede ser la manera para quien aún se muestra reticente en descubrir el manga o el anime original, se atreva a dar el salto. 

"¿Qué harías si cayese en tus manos una libreta con el poder de asesinar a cualquier persona cuyo nombre esté escrito entre sus página siempre y cuando tengas en mente su rostro? Esta es la pregunta que veremos responder al joven Light Turner. Quien se embarca en una siniestra empresa cuando decide purgar el mundo. Las autoridades mundiales no tardarán en tratar de perseguir al asesino en serie ya conocido como Kira. Y entre ellos se encuentra un peculiar e implacable detective: L. Un retorcido juego del gato y del ratón comienza para deleite de una funesta entidad conocida como Ryuk".




Al igual que La Torre Oscura, estamos ante una película cuya duración es bastante reducida. Por lo que no se puede permitir perder el tiempo. Y al poco de empezar ya estamos viendo como el protagonista garabatea nombres en la macabra libreta. Esto implica que apenas se puedan tocar los grandes temas que hacen grande la obra original y que se exprima hasta tener un esquema argumental bastante simple y adecuado a las exigencias, tanto de duración como medios (no olvidemos que estamos ante una producción más televisiva que cinematográfica).

Esta película maneja un claro tono y ambiente americano aprovechando lo trasladable que es esta historia a más lugares que Japón (aunque, claro, el tema Shinigami es algo que puede trastocar el conjunto pero que es vital en la historia).

Con el cambio de tono vienen los consabidos cambios en los personajes principales. Siendo el más claro y extremo el del mismo protagonista. El Light Turner de Nat Wolff (Ciudades de Papel, Bajo la misma estrella) se distancia muchísimo de su homólogo original al tratar de humanizar al personaje (e incluso tratando de justificar su actos añadiéndole un drama personal con su madre que afecta a su relación con su padre). A este cambio tan drástico no ayuda nada que el actor escogido apenas transmita nada al espectador.

Es curioso como el L de Keith Stanfield (Dope, Déjame Salir) fuese tan criticado ya desde un principio por su cambio en el tono de piel (porque el personaje original no era japonés) para resultar ser el que más apegado está a su homólogo original. Salvo decisiones estéticas, Keith se empapa en el personaje del excéntrico super detective. Tantos sus gestos como sus señas de identidad están ahí. El problema viene dado en la recta final, cuando su personaje se pervierte al acelerado conjunto. Estaba claro que en una hora y poco de duración era una tarea prácticamente imposible darnos tantas batallas intelectuales entre L y Light como pudo ofrecer el manganime. Pero la solución tampoco estaba en esa persecución de Cine de Acción Ochentero.




A Margaret Qualley (Palo Alto, The Leftovers) le ha tocado ser Mia (la versión americana de Misa-Misa). Quien, salvo por un insípido e innecesario romance que se antoja a un innecesario revival del Harley X Joker de Escuadrón Suicida, resulta ser toda una sorpresa con ese plow twist que logra hacer algo que la obra original de Oba y Obata no podía siquiera imaginar: Dotar de personalidad a este personaje.

Mencionar también al Watari de Paul Nakauchi (Nomad, El Gran Rescate) y el James Turner de Shea Whigham (Kong: Skull Island, Agent Carter). Ambos dando buenas actuaciones de las figuras paternas de los dos contendientes del film.

Pero si de algo hay que hablar es de Ryuk. Esta versión resulta ser más "activa" que la original. En el manganime, el shinigami solo estaba de fondo, siendo un simple testigo de los acontecimientos que surgen por la libreta que el mismo dejó caer y sin molestarse en tomar parte en el asunto, a diferencia del de Netflix. Quien actúa aún más de instigador, no queriendo esperar demasiado para ver en qué acaba todo. Lo que es de agradecer de cara a la conversión a película de esta historia y que no afecta a la motivación del personaje (a su escena final me remito).

Tratando el asunto del diseño. Cabe destacar que lo que funcionó en el manga y en el anime quedó claro que no lo hace al trasladarlo al Live-Action con las dos películas japonesas. Por lo que Netflix se permitió la libertad de rediseñar al personaje. Aunque han sido bastante respetuosos en la figura. Siendo el rostro del Dios de la Muerte lo que más se ha cambiado y logrando un buen resultado cuando se deja ver (han hecho bien en mantener todo lo posible al personaje a oscuras o de espaldas). Pero lo que de verdad hace que este Ryuk sea digno de mención es la voz (en V.O.) del gran Willem Dafoe (Spiderman, John Wick), que es el broche de oro de esta reinvención. Una voz hipnótica, siniestra y burlona. Sin duda Ryuk es el verdadero reclamo de los fans para visionar esta película. Imperdible.




Tras las cámaras tenemos a Adam Wingard, quien dejó claro en Blair Witch que no resulta ser tan buen director cuando no dirige historias originales. En esta película al menos parece que se encuentra más a gusto gracias a la libertad que ofrece una empresa del VOD como Netflix. Está claro que es a él a quien debemos agradecerle cosas como las brutales muertes a lo Destino Final que se llegan a dar en esta película. Al igual que la curiosa elección del soundtrack o la sugerente puesta en escena. Por lo que al final, aún con todo, logra dejar su sello personal en la producción.




Quien vaya buscando en esta película otra adaptación literal del manganime está claro que se llevará la decepción padre (que ya ha quedado patente en las redes sociales). Esta película pretende ser una nueva visión de esta (ya trillada) historia que puede gustar más o menos (claro está). Y que trata de buscar el entretenimiento por encima de todo (no deja de ser una producción de una plataforma que vive de sus visionados) y que puede ser la carta de presentación para muchos desconocedores de esta historia (porque haberlos haylos).

Aunque en un principio podría quedar la cosa como está. Wingard ya ha comentado que su idea era realizar una trilogía. Y material tiene de sobra, la verdad (apenas se ha tocado el tema shinigami y los conocedores del manganime saben que no se presentaron dos personajes que darían mucho juego poniéndolos a seguir los pasos de L). Por lo que quien no odio a muerte esta película, e incluso se quedó con ganas de más, debería estar atento a Netflix.



Lo Mejor: El Ryuk de Dafoe. Se agradece una nueva versión de esta trillada historia.

Lo Peor: El Light de Nat Wolff. La recta final.




1 comentarios:

Finalmente cayó y uuuffff mejor no comento xD lástima que lo mejor sea Dafoe y la haya visto en castellano, así que no pude ni disfrutar con eso xDDDD
Si hubieran hecho lo mismo, pero cambiando los nombres de los personajes, creo que la hubiera disfrutado más.

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