Si ya de por sí, esta película me atrajo gracias a
su premisa, su primer póster y su espectacular trailer. El saber que se trataba
de una adaptación de un cómic de Mark Millar dirigido por Matthew Vaughn no
hizo más que aumentar las ganas y expectativas de visionar Kingsman.
No hablaré de si es o no buena adaptación porque aún
no he leído el cómic en el que se basa. Pero por lo visto en diferentes
críticas, se cambian algunas cosillas puntuales pero que no afectan PARA NADA
al conjunto, demostrando ser un ejemplo de cómo realizar una buena adaptación
sin pasarse por el arco del triunfo el material que adapta.
Vaughn y Millar ya trabajaron juntos en la
adaptación fílmica de las aventuras del superhéroe urbano conocido como Kick-Ass.
Lo cierto es que se respira cierto aroma heredado de esta película en Kingsman,
y la verdad, es que es de agradecer. Ahora repiten para traernos esta alocada
cinta de espías de nueva generación (pero sin dejar de ser tan clásicos como
una peli de James Bond protagonizada por Sean Connery).
La historia sigue los pasos de un joven londinense
que, a pesar de tener un gran corazón, va camino de convertirse en todo un
delincuente. Aunque todo cambiará cuando acuda a un amigo de su difunto padre,
que lo invitará a unirse a una agencia secreta de espionaje que opera desde
hace siglos. Eggsy no podía haber llegado en mejor momento a Kingsman: la
agencia está investigando a un rico villano que tiene un plan que podría acabar
con el mundo tal y como lo conocemos.
La película sigue los pasos de Eggsy, personaje
encarnado por el actor Taron Egerton (grato descubrimiento, que está rumoreado
para dos papeles potentes: el de nuevo Spiderman y joven Han Solo en el primer
spin-off de Star Wars) cuyo entorno y familia no ayudan nada para que sea un
hombre de provecho. Por suerte eso cambiará, y el joven comenzará un duro
entrenamiento para convertirse en un Kingsman. Por lo tanto, su personaje es
crucial en la historia. Veremos como Eggsy pasa de ser un malotillo de poca
monta a todo un caballero superespía (una mezcla de Pretty Woman o My Fair Lady
con 007). Por lo tanto tendremos una evolución del personaje y un origen. Y es
que, ¿nunca os habéis preguntado como James Bond llegó a ser quién es? Seguro
que las pasó tan canutas como Eggsy.
Puede que en los últimos minutos tengamos un cambio
demasiado brutal en su personaje, pero lo cierto es que apenas se nota. Y queda
genial su conversión en todo un Kingsman.
Aunque, lo cierto, es que lo mejor del film es el
personaje de Colin Firth (La Última Legión, El Discurso del Rey): Gallahad. El
mentor de Eggsy es uno de esos personajes de los que no es difícil encariñarse
desde el minuto uno (su escena en el pub es la prueba de fuego para encantar al
espectador), cosa que hace que duela demasiado el destino que le depara el
guión. Pero, "esta no es una de esas películas".
Mención aparte a la SUBLIME escena de la iglesia,
donde el británico deja en cueros a cualquiera de los actores de acción actual
regalándonos una de las mejores partes de la película (y del cine de acción, en
general).
Hablemos de Samuel L. Jackson (Los Vengadores, Pulp
Fiction), que como siempre, está soberbio. El actor es siempre una garantía. Y
es que, con cada personaje, nos queda claro que el hombre se lo pasa pipa. Y
con uno como Valentine, no iba a ser menos. Se trata de un villano de manual.
Uno de esos con un plan maléfico que solo un superespía podría detener.
Estrambótico a más no poder gracias a su look, su gracioso ceceo, su fobia a la
violencia y la sangre (cuando su plan es tan sangriento, que haría palidecer de
seguro a los mismísimos Doctor Muerte y Cráneo Rojo) y su fiel y letal secuaz
minusválida.
Este villano es de los que pasan al recuerdo del
espectador. Además de servir para criticar el teléfono móvil (se ha adelantado
a la adaptación de Cell... con esto creo que he dicho demasiado) y mandar el
mensaje de conciencia mediambiental (no vaya a ser que aparezca un pirado como
Valentine y use la precaria situación del medio ambiente para sus planes
megalómanos).
Completan el estupendo reparto, Michael Caine (Batman
Begins, Interstellar), quien creo que está bastante desaprovechado y que solo
aparece para engrandecer el reparto. Y Mark Strong (Sherlock Holmes, Mindscape),
que de llegar a hacerse una segunda parte, espero que esté en ella para seguir
alegrando al personal (sobre todo después de tremenda baja en los Kingsman).
Kingsman es toda una película clásica de espías:
tiene a trajeados agentes expertos en cualquier arte marcial armados con un
arsenal de imaginativos y sofisticados gadgets (sin duda me quedo con el
paraguas), coches con más de una sorpresilla y, por supuesto, un villano con
una guarida secreta.
Aunque, además de homenajear, no se corta a la hora
de reírse a costa del género (la broma del zapatófono, el nombre de J.B y las
conversaciones entre Gallahad y Valentine). Y es que el humor está muy presente
en Kingsman.
La película tiene mucha acción. Pero sobre todo,
abunda la violencia. Esto llega a su culmen en la, ya citada escena, de la
iglesia. Toda una gozada de lo más sangrienta y brutal (lo comento por todo
aquel padre o madre que quiera acudir al cine con sus pequeñajos), por lo que
no es muy recomendable para personas aprehensivas (aunque después se corten
bastante en la parte más "explosiva" del film).
Las escenas de acción están perfectamente
ejecutadas.
Al igual que ha ocurrido recientemente con
Guardianes de la Galaxia, la BSO juega un papel muy importante en Kingsman.
Desde el minuto uno cuando suena el Money For Nothing de los Dire Straits, pasando
por el Free Bird de Lynyrd Skynyrd en la escena de la iglesia, el Give it
up que reproduce Valentine para celebrar su plan malvado... Kingsman tiene un buen
cargamento de temazos que hacen el doble de geniales las escenas de esta
película (amén de las sintonías firmadas por Henry Jackman, que son otra gozada).
Uno de los verdaderos puntos negativos del film se
debe al uso del CGI en las escenas de tiroteos (no hay nada que odie más que la
sangre digital... que se lo pregunten a Los Mercenarios 3) y la explosión de
esa granada que causó tanta expectación y me generó tanta decepción.
Kingsman es una película palomitera para pasárselo
en grande con su visionado. Los últimos 20 minutos son toda una verdadera
locura que le ponen el broche de oro. Además de que homenaje/parodia al género,
es una perfecta opción para todo aquel que no sea muy fan del cine de espías (como
es mi caso... casi prefiero a Austin Powers que James Bond). Les ha quedado
redonda, aunque es cierto que no le diría que no a una segunda entrega que
continúe la historia de esta organización secreta.
Esperemos que sea todo un éxito, ya que Matthew ha
asegurado que si Kingsman funciona en crítica y taquilla (que creo que lo está
haciendo) se decidirá a adaptar Némesis (otro cómic de Millar). Que, para quien
no lo sepa, juega en torno a esta pregunta: ¿Qué pasaría si Batman fuese el
Joker? Suena bien, ¿eh?
Lo Mejor: Los personajes de Colin Firth y Samuel L.
Jackson. El desenfadado humor, acción y violencia que desborda. La escena de la iglesia.
Lo Peor: El CGI que flaquea en más de una ocasión.
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