Ha llovido bastante desde que James Wan irrumpiese (de estupenda forma) en el panorama cinematográfico con Saw. Desde entonces, el cineasta malasio no ha dejado de ir haciéndose un hueco en el cine de terror, logrando tener en su haber una buena filmografía y una legión de fans que lo hacen situar como referente en este género.
En 2013, Wan decidió llevar sus historias de terror y suspense a un nuevo nivel con Expediente Warren. Una película que parecía no descubrirnos nada nuevo, pero que resultaba estar basado en hechos reales. Si ignorábamos esto último, la película no dejaba de ser un cóctel de varias temáticas del género de terror. Pero aún así, James Wan las supo utilizar e integrar tan bien a su historia que no descolocaban en ningún momento. Por no hablar de que todo ello estaba aderezado por la tenebrosa atmósfera y puesta en escena marca de la casa del director. Todo esto hizo que Expediente Warren se convirtiese en una de las mejores películas de terror de los últimos años. Dejando a todo el mundo a la espera de una continuación.
Esta segunda parte se hizo esperar un poco. Sobre todo debido al breve descansito que se tomó el señor Wan del cine de terror en el que se dedicó a dirigir Fast and Furious 7. Y mientras, tuvimos la desgracia de aguantar el insufrible (e innecesario) spin-off de Annabelle. Pero por fin ha llegado el momento de descubrir un nuevo caso del matrimonio de demonólogos Ed y Lorraine Warren. Y se trata de ni más ni menos que del poltergeist de Enfield. Un suceso que estuvo en boca de todo el mundo durante la década de los setenta y que aún a día de hoy sigue dando de qué hablar.
Como ya hizo en The Conjuring. Wan nos pone en situación con un prólogo en el que nos sitúa en medio de un caso de los Warren (además, uno que incluso tiene una saga cinematográfica, pero que ni llega a la altura de esos primeros minutos que dirige el malasio). Dejándonos claro el buen hacer del cineasta a la hora de sumergirnos en sus películas. Además, cuenta con el plus de que integra unos elementos que lleva utilizando (con menor éxito) en la saga Insidious.
Tras esta demencial introducción, comienza la verdadera trama de la película: las manifestaciones paranormales en una casa de los suburbios de Londres a la que los Warren acuden algo reticentes y aún afectados por su último caso.
Si en la primera parte teníamos una puesta en escena, ambientación y atmósfera de diez, esta secuela llega a mejorar todo eso. El cambio de aires se nota, ahora la fotografía es de apagados tonos azulados y los escenarios recrean la suciedad y penurias de esos barrios de clase obrera de la época Thatcher.
Desde luego, Wan camina sobre seguro y no llega a alejarse mucho de lo que vimos en la primera parte de Expediente Warren. Haciendo que el espectador pueda tener la sensación de que estamos ante un remake/reboot (en mi caso vi esta película en un "maratón" que proyectaba antes la primera y dejaba bastante patente mi parecer). Aunque sabe distanciarse cuando tiene que hacerlo y mejora unos cuantos puntos, logrando una digna secuela que evita eso de "Segundas partes nunca fueron buenas". En cada espectador queda el si supera o no a su antecesora.
Por supuesto, El Caso Enfield no se libra de tener que cubrir el cupo de jumpscares y otros recursos que tanto han infestado las producciones de este género y que han hecho desvirtuar tanto el terror en el espectador actual. Pero en esta ocasión me alegra comprobar que son bastante contados, e incluso el director se divierte utilizándolos engañando al espectador y manteniendo el suspense de la escena en varias partes. Además de contar con dos escalofriantes momentos. Destacando el del sillón, que tranquilamente se pueden contar como lo más aterrador visto este año.
Patrick Wilson (Watchmen, Bone Tomahawk) y Vera Farmiga (Infiltrados, Bates Motel) vuelven a estar fabulosos como los Warren. Quienes ya de por sí son unos fantásticos personajes. Unos luchadores contra lo paranormal que no dejan de ser seres humanos a los que el enfrentarse contra esa clase de sucesos, los marca a nivel físico y. sobre todo, emocional. No es difícil implicarse con los Warren. Y más en esta película, en la que exploran más su faceta personal (aprovechando también un recurso argumental bastante flojo).
El resto del reparto cumple con creces. Pero destacaría a la joven Madison Wolfe (Joy), que nos contagia el desasosiego por el que su personaje está pasando. Fácilmente puede asegurarse un próspero futuro cinematográfico.
Otra conocida seña de identidad del director es la creación de sus criaturas infernales o espectrales, a cada cual más grotesca e inquientante. En esta película nos enfrentamos a ni más ni a menos que a tres. Desde la senil presencia central, pasando por la grimosa monja (que ya tiene confirmada un spin-off para ella solita) y llegando a mi criatura favorita. Que por desgracia, y a pesar de contar con un actor (Javier Botet) que se presta a aprovechar de verdad su particular fisionomía. Vuelven a cometer el error de Mamá de pasarse con el CGI. Aún con todo, su primera aparición es para enmarcar. Sobre todo, gracias a que Wan ya nos estaba preparando con esos vistazos al estroboscopio y la inquietante cancioncilla.
Otra conocida seña de identidad del director es la creación de sus criaturas infernales o espectrales, a cada cual más grotesca e inquientante. En esta película nos enfrentamos a ni más ni a menos que a tres. Desde la senil presencia central, pasando por la grimosa monja (que ya tiene confirmada un spin-off para ella solita) y llegando a mi criatura favorita. Que por desgracia, y a pesar de contar con un actor (Javier Botet) que se presta a aprovechar de verdad su particular fisionomía. Vuelven a cometer el error de Mamá de pasarse con el CGI. Aún con todo, su primera aparición es para enmarcar. Sobre todo, gracias a que Wan ya nos estaba preparando con esos vistazos al estroboscopio y la inquietante cancioncilla.
La primera mitad del film es para no dejar de aplaudir. Pero a medida que avanza la película y el director se toma más y más licencias, llegamos a un giro argumental que encamina a El Caso Enfield a un decepcionante desenlace. Todo ello ensalzado aún más con un tono bastante alegre e incluso ñoño, en contraposición a lo que llevamos viendo.
La BSO de Joseph Bishara mantiene el nivel de la anterior entrega (e incluso diría que la supera), acrecentando aún más si cabe la malsana e inquietante atmósfera.
Aunque se nota que la fórmula comienza a trillarse. Wan se las ingenia para mantener el listón y regalar a los aficionados del cine de terror un muy aceptable rato de sustos y secuencias mal rolleras con el sello de calidad del autor. Está claro que si te gustó el primer Expediente Warren, esta también lo hará (en mayor o menor medida). Además de que incluso llega a conectar con el universo Insidious, dando aún más sensación de que ambas sagas conviven en un mismo universo.
Ahora que actualmente está en pleno rodaje de Aquaman y su próximo proyecto será la adaptación del anime Robotech. Toca volver a esperar a que James Wan regrese al terror. Y con qué lo hará: ¿Un tercer Expediente Warren o algo completamente nuevo?
Aunque se nota que la fórmula comienza a trillarse. Wan se las ingenia para mantener el listón y regalar a los aficionados del cine de terror un muy aceptable rato de sustos y secuencias mal rolleras con el sello de calidad del autor. Está claro que si te gustó el primer Expediente Warren, esta también lo hará (en mayor o menor medida). Además de que incluso llega a conectar con el universo Insidious, dando aún más sensación de que ambas sagas conviven en un mismo universo.
Ahora que actualmente está en pleno rodaje de Aquaman y su próximo proyecto será la adaptación del anime Robotech. Toca volver a esperar a que James Wan regrese al terror. Y con qué lo hará: ¿Un tercer Expediente Warren o algo completamente nuevo?
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