Castle Rock Asylum

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I Antología de Relatos de Terror Castle Rock Asylum

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lunes, 25 de febrero de 2019

Reseña El caso Hartung, de Søren Sveistrup





Sinopsis:


El primer martes de Octubre, Rosa Hartung vuelve a su trabajo como ministra de asuntos sociales después de un año de ausencia, al haber vivido una situación dramática: la desaparición de su hija de 12 años. Linus Berger, un joven que sufre de una enfermedad mental, confesó haber matado a la chica, pero es incapaz de recordar donde quemó las varias partes del cadáver, que fue desmembrado. Hay una correlación entre el caso de la hija de la ministra y esta serie de asesinatos.

El mismo día que Rosa vuelve al parlamento, se encuentra el cadáver de una joven madre soltera, que ha sido brutalmente asesinada en su casa, en un suburbio de Copenhague – ha sido torturada y le han cortado una mano.

La joven investigadora Naia Thulin es informada al respecto, y junto con Mark Hess, que acaba de ser expulsado de la sede de Europol en La Haya, son enviados a investigar el caso. Al llegar al lugar del crimen, encuentran una figura de un hombrecito hecha con castañas. Parece que el muñeco está ocultando un secreto, aunque esto se atribuye a una coincidencia. Cuando otra mujer es asesinada –y en este caso, el cadáver de la víctima se encuentra con ambas manos cortadas- y a su vez se encuentra en el lugar del crimen otro muñeco hecho con castañas, Thulin y Hess empiezan a sospechar que hay una conexión entre el caso Hartung, las mujeres asesinadas y un asesino que está extendiendo el miedo a lo largo del país.

Empieza entonces una carrera contra el tiempo, ya que todo apunta a que el asesino cumple una misión que está lejos de terminar.


Opinión de Rain Cross:


El guionista danés Søren Sveistrup es conocido por ser el creador The Killing, serie que fue todo un éxito en su país, tanto que los norteamericanos no tardaron en hacer un remake. Si la conocéis, sabréis que es una historia donde no todo es lo que parece y a la que hay que tener en cuenta todos los detalles, ya que hasta la más mínima frase puede ser crucial para la historia.

En El caso Hartung vemos un crimen atroz desde su comienzo, uno de esos que te engancha desde el principio. Después seguimos a Naia Thulin y Mark Hess, dos investigadores encargados de descubrir quién se esconde detrás de un asesino en serie muy peculiar, a la par que deben encontrar a la hija de una ministra.

La narración es fluida, adictiva. No deja tregua al lector, quien quiere saber más y sumergirse en las incógnitas que esconden sus personajes. Y es que, como ya he dicho antes, El caso Hartung es de ese tipo de historias que va dejando pequeñas pistas y mostrando sus cartas poco a poco sin caer en el aburrimiento. Gracias a sus giros inesperados y la acertada pluma de Sveistrup, resulta una obra de lo más atrayente, en la cual todos son sospechosos y quien menos te lo esperes, puede guardar un oscuro secreto.

Sin querer revelar mucho de la trama para evitar lo temidos spoilers, sólo puedo añadir que no me esperaba para nada ese final, y que he disfrutado mucho de su lectura desde el capítulo inicial, el cual me dejó con la boca abierta.

En resumen, El caso Hartung de Søren Sveistrup es una buena novela de asesinatos, donde el autor nos presenta una serie de sucesos que hace que no puedas dejar de leer hasta llegar a un final en el cual todas las piezas del pequeño rompecabezas que ha ido creando su autor capítulo a capítulo casan perfectamente. 
Un thriller que hará las delicias de los amantes de las novelas de crímenes que buscan algo diferente.

¿Lo recomendaría?

Absolutamente. Es un libro ameno, con buen ritmo, que consigue atrapar al lector desde su primera página.

Gracias a Roca Editorial por el ejemplar.



sábado, 23 de febrero de 2019

La sala común: Ángel, T.1



¡Por fin estoy viendo el spin-off de Buffy, cazavampiros! Tengo que reconocer que iba con miedo, pues Buffy me fue gustando gradualmente y no desde el principio. Sin embargo, esta primera de Ángel me ha sorprendido para bien, y me ha gustado que sea paralela a Buffy, comenzando esta justo cuando en la otra la cazavampiros empezaba la universidad. Así, los mundos de Ángel y Buffy se entremezclan también en esta serie. 

Nos vamos de Sunnydale a Los Ángeles, de la boca del infierno a la ciudad de los ángeles, menudo cambio ¿eh? Vemos cómo Ángel monta una especie de agencia de detectives junto a Cordelia. Sí, sí, Cordelia. Una Cordy que ha sido todo un redescubrimiento para mí, pues en Buffy no la soportaba y aquí me fascina. Tras fallecer el demonio que completaba a este grupo de investigadores, Doyle (qué penilla me dio, y qué poco duró), se les une el ex vigilante de Faith, otro descubrimiento para la menda, ya que en Buffy no me dio tiempo a tomarle cariño.


Pues sí, he disfrutado mucho de esta primera temporada, sobre todo porque me está permitiendo conocer en profundidad a personajes que en Buffy estaban más relegados a papeles secundarios. Estoy total y completamente enamorada de Cordelia

"Justo cuando terminé con Xander Harris, juré que prefería morir que estar con un perdedor otra vez".

Vampiros, monstruos, demonios, sectas... Todo tiene cabida en Ángel, para disfrute del espectador, ya que en cada capítulo nos espera una sorpresa diferente. A destacar el episodio en el que Cordelia sufre un embarazo no deseado... y de otro mundo.

Lo mejor: Cordelia. 

Lo peor: que Buffy no tiene bastante con su serie y asoma demasiado el morro por esta.



jueves, 21 de febrero de 2019

Crítica Que el diablo te lleve de Timo Tjahjanto



El catálogo de Netflix es un descubrimiento tras otro, y ahí fue donde supimos de la existencia de esta película indonesia. Todo comienza cuando un hombre pobre vende el alma de su esposa y su hija a cambio de riquezas. La esposa fallece, aparentemente de un suicidio, y él empieza a ser cada vez más y más rico, casándose incluso con una reconocida y joven actriz. Años más tarde, el hombre se encuentra muy grave en el hospital, y sus hijos, la biológica, los dos mayores de su segunda esposa, y otra que tuvo él con ella, se encuentran a los pies de su cama. 

La única posesión que le queda al hombre es una cabaña medio en ruinas en mitad del bosque, que está a nombre de Alfie, su hija mayor. Allí viaja ella con su madrastra y sus hermanastros, sin saber que una fuerza demoníaca los espera.


Esta película es una mezcla entre Posesión infernal y Arrástrame al infierno, pero peca de ser muuuuuuuuuuuucho más lenta que estas. Eso sí, sangre, vísceras y violencia las hay por doquier, algo que le suma muchos puntos y la hace, al menos, disfrutable. 

Me han gustado mucho los personajes tanto de Alfie como el de su hermana pequeña, así como el de su hermanastro. El resto me daban ganas de matarlos a mí antes de que lo hiciese el demonio, sobre todo a la odiosa de su madrastra. Por supuesto, la ambientación en la cabaña y en el bosque siempre son plato de buen gusto.

Una película excesivamente lenta, pero que los amantes del terror gustarán de ver, al menos, una vez.

Lo mejor: la cantidad de sangre y vísceras. Qué está en versión original.

Lo peor: la lentituuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuud.






miércoles, 13 de febrero de 2019

Crítica El muñeco diabólico de Tom Holland



Hoy os vengo con un clásico que en casa nos conocemos de memoria. Además, nos vamos a poner (de nuevo) al día antes de que el remake que están preparando llegue a nuestras salas de cine, por lo que estamos volviendo a ver todas las películas de este entrañable muñecajo. El mismo año que yo nací estrenaron esta película, por lo que, por supuesto, crecí con ella y con sus secuelas. El problema es que ahora, 30 años después, ya no me fijo en las mismas cosas. Ya me da igual ponerme en el pellejo de Andy, sufriendo porque su muñeco esté poseído. Ahora lo que me preocupa es que este niño de seis años le prepare el desayuno a su madre y ponga toda la cocina llena de mierda. O cómo esa señora, ella sola, puede mantener a un niño y pagar una hipoteca con un trabajo de mierda. Sí, esto es lo que pasa con la edad. 

Ya todos conocemos la historia de Charles Lee Ray, el asesino acorralado por la policía que, herido de muerte, entra en una juguetería y posee al tierno y codiciado Good Guy, el muñeco que causa furor en esa época. Andy, nuestro niño protagonista, está loco por tener uno. Su madre, una joven mujer que va pelada de dinero, se lo consigue a precio de ganga en un callejón donde un vagabundo lo está vendiendo. No sabe que se está llevando a casa a algo más que Chucky.


Sin duda, estamos ante un clásico que nunca pasa de moda. Un clásico que vi siendo una niña, que luego, años más tarde, vi con mis sobrinos. Un clásico que, algún día, seguro veré con mis hijos. A pesar de que visualmente se nota que los años han pasado, la historia no ha perdido ni un ápice de interés.

Mi opinión de hoy está lejos de ser una recomendación, pues seguro que todos vosotros ya la habréis visto, algunos hasta más veces que yo, simplemente es una añoranza pura y dura a aquellos domingos de chuches y videoclub en los que veía la película tres o cuatro veces seguidas para amortizar el alquiler antes de devolverla. 

¿Quién no ha gritado eso de "Adeeee tuiiii tambalaaaaaaa"?

"Este es el final, amigo".

Lo mejor: lo cabrón y malhablado que es Chucky. 

Lo peor: darme cuenta de los años que tengo ya.





jueves, 7 de febrero de 2019

El Escondite (Juego, ¿Juegas?) por Román Sanz Mouta



—Noventa y seis, noventa y siete, noventa y ocho, noventa y nueve, yyyyyy… cien. Quien no se haya escondido, tiempo ha tenido. Listos o no, allá voy.
Las nueve personas, entre las que tú te encuentras, habéis tenido margen suficiente para ocultaros durante la cuenta, en este juego demencial y no elegido.
Por supuesto, algunos intentaron huir, pese al aviso previo, post secuestro, pre-inicio de partida.
“No hay salida, no hay escapatoria. A menos que ganéis”. Así lo pronunció el psicópata mientras todos permanecíais atentos y atados a vuestras sillas. Amordazados. Desconocidos. Impotentes.
Tras la charla: libertad mentirosa. 
Puertas y ventanas cerradas. Gritos aparentemente inútiles. Ayuda improbable. Comunicación con el exterior inexistente. Vuestras pertenencias fueron sustraídas. De la peor manera.
Y, vista la imposibilidad de fuga, a esconderse toca, antes que empiece a buscar. Antes que empiece a encontrar.
¡Ya!
Tú lo haces en el interior de un viejo y enorme reloj de cuco. No es lo más habilidoso. Pero está lejos del cazador, y te has sumergido dentro lo bastante rápido como para que oiga a los demás seguir corriendo por la casa.
La cuenta ya ha terminado. Empieza el miedo. El verdadero protagonista.
—Voy a ir desgranando de viva voz mi recorrido. Para que me sintáis. Para que sepáis si estoy cerca o lejos. Para que incluso podáis modificar vuestro agujero oculto. No se puede ser más justo.
La voz del Ser retumba con eco por la mansión. Sus pasos crepitan.
—Salgo de la habitación y voy al pasillo. Para entrar en el aseo. Ya os echo de menos. En vuestros tronos o rincones. Inocentes. Retransmisión en directo.
Una puerta se abre, las cerradas son pistas; indican que alguien las clausuró tras de sí. Que pasó por ahí. Es un juego de lógica ilógica.
—¿Hay alguien aquí? ¿En la bañera quizá? ¿Tras la cortina?
Un órgano dentro de esa bañera late demasiado alto, demasiado asustado. La escasa tela que protegía el cuerpo dueño de ese corazón se descubre. La Criatura sonríe. Ella está paralizada.
—No quisiste irte muy lejos, ¿verdad? Me estabas esperando.
Un solo grito después de esas palabras rompe la atmósfera. No hace falta imaginación. Sabes que la ha matado. Todos sabéis.
El ser limpia el acero, y sigue hablando.
—Una menos. Ocho restan. ¿Dónde dónde estáis? Vuelvo al pasillo, iré puerta por puerta. Actualizaciones constantes. Ahora otra habitación. Vacía. Una más, ¿nadie debajo de la cama? No me lo creo. Seguro que alguien habrá, pero no en esta. Lo estáis haciendo muy bien. Me gusta. Habrá premio para el vencedor.
Se le escucha con claridad, no sabes cómo. Da igual la distancia que haya por medio, lo suave que penetre su filo. El estertor convertido en susurro. Cada palabra y gesto. Las paredes, alturas, techos o suelos. Parece cerca, hasta que parece más cerca. Te pasó cuando te capturó.
—Creo que voy a subir a la buhardilla. ¿Me tenéis una sorpresa preparada allí? No puedo esperar. Qué buen grupo. ¡Vaya que sí!
El chirrido de una escalera plegable bajando, que no se había escuchado al ser recogida. No debiera haber nadie allí. No debería.
Sus pies suben. Llegan. Son pasos largos y ligeros. Sonoros. Inconfundibles. Intencionados.
—¡Qué oscuro! ¿Importará si enciendo una luz? Ya tengo una edad. Mucho mejor ahora. ¿Qué veo? Algo parece haberse movido tras el espejo. ¿Quién está ahí?
La persona tras el reflejo no puede contenerse más. ¿Cómo le ha encontrado? No hizo ruido. Era perfecto. Tiemblas. Tiemblan todos. Se percibe y huele. La caída de la esperanza. Agazapados. Mudos. Horrorizados.
Desde el resto de guaridas son conscientes que un espejo cae quebrado en la parte más alta. Y que, a continuación, un cuerpo cae muerto junto a los cristales quebrados. También roto.
—Niños y niñas, quedan siete. Hermoso número. No durará.
Y ríe. Como el mejor villano de película.
—Vuelvo a bajar, queridos y queridas mías. Voy a entrar en la biblioteca. Quizá algún ratoncillo de campo este agazapado en el interior de un libro… ¿Quién sabe? Sois muy listos, ¿verdad?
El caminar espeso de nuevo. Con cadencia concreta. Rudo.
—¿No hay nadie aquí? Qué profunda decepción. Os tomaba por verdaderos intelectuales.
Ahora se burla de todos ellos. Vosotros. No los conoces. ¿Por qué tú? ¿Por qué esto? Te haces más pequeño e inmóvil en tu caja de horas. Apenas respiras, apenas palpitas.
—Veamos qué nos depara el comedor. Estamos juntos en esto, ¿cierto? Luego, descenderé a la planta baja, a por el resto. ¿Estáis bien escondidos? ¿Seguro? ¿No queréis cambiar? Hay tiempo. Siempre existe tiempo y oportunidad.
Oyes como un o una imprudente responde a la provocación. Sale desde donde quiera que estuviere y corre, con segura desesperación, buscando un lugar mejor. Descubriéndose. No te muevas. ¡Tú no te muevas!
—No puede ser que no haya nadie en el comedor. Es pura estadística. Mitad arriba, mitad abajo. Al menos uno más. ¿Me lo ponéis difícil? Mejor. Así es más divertido.
Ruido. Más. Sillas arrastrarse. Muebles moverse. Escándalo premeditado.
—No me lo puedo creer. ¿Acaso es Santa Claus uno de los participantes? ¿Qué aguarda en la chimenea? Veamos…
El joven, sujeto a cuatro extremidades por la estrecha cavidad, no da crédito. Menos aún cuando una mano aparece y sujeta su tobillo, sacándole de forma violenta. Golpeándose al paso que abandona su refugio de tan forzosa manera.
—Muy bien jugado. Mereces un premio. Puedes ver mi verdadera cara antes de morir.
Y otro grito. De puro terror, no de apuñalamiento ni de muerte inminente. Pánico extremo. Luego, el fino sonido de penetración, de piel rasgada por instrumento filoso. Durante segundos que son horas.
“¿Cómo puedo oírlo todo?” Te sigues preguntando. “¿Cómo me llegan estás imágenes? “¿¡¿Cómo?!?”
—He terminado aquí. Voy a bajar. Seis pajaritos por cazar. ¿Recordáis las reglas para sobrevivir?
Las normas. Las malditas reglas. Eso que explicó la criatura, ese monstruo disfrazado de humanidad. “Hay dos maneras de salvarse” contó. “Si paso dos veces por la misma sala o recinto, ya no puedo entrar una tercera. Y, si no os he encontrado para el amanecer, también podréis marcharos.”
“Hijo de puta.”
La escalera siente su peso, y lo transmite a los seis restantes. Supervivientes. ¿Por cuánto? Se acerca.
—Me decepcionaría que no hubiese nadie en el cuarto bajo los escalones, ese pequeño reducto para fantasía de niños y mayores. La casa de los castigos. Siempre en las películas de magia y fantasía. El lugar seguro. No me falléis.
No lo hacen. Esa puerta sólo para personas diminutas. Sin cerrar, simulando dejadez, abandono. La cosa la abre del todo, de par en par. Mucha oscuridad.
—Sé que estás aquí. ¿Acaso eres contorsionista, muchacha? ¿Cómo puedes estar dentro si no te veo…?
“¿Lo han engañado?”
Una pizca de ilusión te recorre el cuerpo. Casi una descarga de adrenalina. No te confíes. Sigue quieto.
—¿Me obligarás a entrar?
Esa pregunta contiene todas las amenazas.
—Muy bien. A su deseo. Allá voy, pequeña.
La Cosa se desliza, parece que reduciendo su tamaño, para entrar en el cuarto, donde no hay espacio para uno, menos para dos. Lo ves. ¡Lo estás viendo!
—No no no no no. ¡POR FAVOR! ¡NOOOOOOOO…..!
Así acaba otra vida. El Ser sale del cuartucho, del espacio mínimo.
—Os estáis esforzando mucho esta noche. Habéis sido una gran elección. Me hacéis muy feliz. Gracias por ello. Pero quedan cinco. Muy cerca. Que sea la cocina ahora. Sé que algo me espera, que vais a tomar la iniciativa. Os leo…
Y sigue su recorrido. Su búsqueda. Por lo que has entendido, ahora la sorpresa se la llevará él. Aunque no confías en ello, es difícil no aferrase a la esperanza.
—De verdad quiero que os salvéis, que me ganéis. De verdad. En mis muchos fondos soy buena gente. Os tomo cariño noche tras noche.
“Entra cabrón. Entra en la cocina.”
—Tengo un poco de hambre…
Y, por primera vez, le cortan las palabras. Dos chicos y una mujer le atacan, emboscados tras la puerta. Con cuchillos, con objeto contundente. Con lo más peligroso que han encontrado.
Se suceden los golpes. Los gritos de euforia, de furor. De triunfo. Pero a él no se le escucha. Ni quejarse, ni rendirse, ni defenderse.
Los tres, poseídos por la furia, siguen ensañándose, con sarna, sin desenfreno. Otro corte. Otra patada al Ser caído.
—Darle en la cabeza, joder. ¡En la cabeza!¡NOPARÉIS!
Sigues los sonidos de combate unidireccional. Hasta que vuelve la calma. Pero tú no te muevas. Aún no.
—¿Está muerto?
Eso pregunta una segunda voz, respondida por la primera.
—Es imposible que esté vivo. ¿Quieres rematarlo más?
Y carcajean. Desahogados. Euforia desatada tras salvar la vida. Han ganado. Habéis ganado. Pero tú no te fíes. Sigue escondido. Un poco más. Hasta que todo termine. Hasta que se abra la puerta de salida.
Los tres héroes, caballeros y dama, continúan celebrando sobre el enemigo derrotado.
—Vaya, esto no me lo esperaba ―parece que haya hablado el mismo suelo. Una caverna con voz.
La silueta, deforme por los golpes, cortada, troceada incluso, se incorpora. Se recompone. Fragmento a pieza, cobrando volumen, creciendo. Se vuelve sombra y después luz. Recupera su apariencia. Se borra todo rastro de contusión o mutilación. Puedes verlo. ¿Por qué puedes verlo?
—¿De verdad pensabais que eso bastaría para acabar conmigo?
Te pones en su piel. El horror les domina. Estaba muerto. Le han matado. Estaba muerto. Ese es el mantra que se repiten mientras Eso se acerca. Lento. Decidido. Sin armas.
—Esto va a ser muy especial. Lo habéis merecido.
Reconoces un cuello roto en la distancia. Puedes fácilmente imaginar la escena. Le ha cogido en vilo y le ha quebrado.
—Cinco. Y sigo.
No hay tanta sorna, tanta diversión, tanta piedad, tanta condescendencia ahora.
Algo se rasga entonces. No algo cualquiera. Es la carne cuando una mano se introduce dentro. Es el torso y el pecho, para horadar y albergar una nueva cavidad corporal. Por donde sale un órgano, sin importancia. Está muerto casi antes de caer.
—Cuatro. Y a ti, bonita, que tanto daño has intentado hacerme, ¿cómo te ajusticio?
Ella intenta darse la vuelta, correr. Lo escuchas, vibra el suelo y la casa entera. Eres todo ojos y oídos. Él la coge por los hombros. La retiene. Sujeta sus sienes. Aprieta. Los huesos pierden su forma original, crujen, empiezan a juntarse, conforman una estructura craneal nueva. La masa informe que albergaba su interior se derrama por donde puede. La aplana. Estruja. No emite sonido de queja. La tiende en el suelo; suave, dulce, amoroso. Sin cara.
—Tres. Amigos míos. Tres sois. Queda poco. Muy poco. Tened paciencia. Ya llego.
Sabías que no era humano. No podía serlo. Pero, confirmarlo, es mucho peor. No te muevas. ¡No te muevas!
—Voy al salón. Ya casi terminamos.
Se sigue moviendo, cada vez más próximo a tu posición. Cada vez más cerca del final.
—¿Quién hay aq………
“¿Qué ha pasado? ¿Por qué no ha terminado la frase…?”
   ¡Trampa! —exclama en voz viva, furibunda—. Esto es trampa. Va contra las reglas. Nadie puede suicidarse. Nadie puede quitarse la vida. Atenta contra el espíritu del juego. ¡Tramposo de mierda!
Es la primera vez que parece perder el control.
Supurando ira. Babeando rabia.
—Bien. Si vosotros no seguís las reglas, yo tampoco lo haré. Quedáis dos.
Y tú eres uno de esos dos.
De repente, la voz suena al otro extremo de la planta baja. ¿Cómo ha llegado tan rápido?
—Despacho vacío. Voy al sótano.
Parece que corre. Que vuela. Que atraviesa paredes. Antinatural. ¿Por qué tú? No dejas de preguntarte: “¿por qué tú?”
—Sótano desocupado.
Llegó. Y volvió a marchar. A ritmo imposible.
—La habitación. Aquí. Bajo la cama. Siempre hay uno bajo la cama.
Un hombre, ya entrado en años, se resigna. Sale de su escondite de forma voluntaria para recibir su penitencia. Con la mirada baja. Para terminar la agonía. Lo ves en directo. El reloj tiene vistas a cada cuarto. Sentidos.
—Esto es valor. Afrontar el destino. Me quitas el mal sabor de boca anterior. Agradecido quedo. No dolerá.
Si acaba con él, y lo hace, ninguna huella sonora lo registra. Es Criatura de palabra.
— Queda uno. Travieso. ¿Dónde dónde? —la emoción domina su entonación musical.
Sólo tú.
“¿Cuándo amanece? ¿Cuándo va a pasar por aquí dos veces? ¿A fallar en su búsqueda?”
¿Tienes alguna oportunidad? Quieres pensar que sí. Sabes que no.
—Voy al comedor. Luego, si no estás aquí, que estarás, vendrá la segunda ronda. La diversión nunca se acaba.
Se acerca. Ha recuperado la velocidad normal. Parece más calmado, relajado. Por la voz. Por los movimientos. Lo notas entrando en la estancia. Su sombra. Su figura retorcida.
Quieres cerrar los ojos y no puedes. Quieres dejar de respirar, y casi lo haces. Ni un movimiento. No Falles. ¡NO FALLES!
Eso se desplaza lento, admirando la habitación y cada detalle. Cuadros, tapices, artesanía, ebanistería. Todo antiguo para tu edad. Todo moderno para él. Enreda una telaraña en su uña y la dueña escapa. Ella que puede. Que la dejan.
Acaricia con los dedos por incontable polvo. Si no lo ves, lo escuchas. Lo intuyes. Cruza una vez delante del reloj, se detiene. Mira arriba, a la hora.
Pasa de largo.
Suspiras de forma muda. Deja de temblar. ¡Deja de temblar!
Cuando todo arranca.
¡CU-CU! ¡CU-CU! ¡CU-CU!
¡CU-CU! ¡CU-CU! ¡CU-CU!
El mecanismo. La estridencia. Todo tu mundo, ese mundo rectangular donde te agazapas, estalla en actividad. Los engranajes se mueven. El cuco sale a cantar sus tiempos. El habitáculo trepida. El Ser sonríe. Tú, con la impresión, con la sorpresa, crees que has contenido una exclamación, que sólo ha sido interna. Que no te ha oído… Quieres creer…
—Increíble. No dejo de sorprenderme esta noche. Es la primera vez. Esta ha sido una partida realmente estimulante.
Desanda sus pasos para situarse frente a ti. Se agacha. Mira entre la madera. Te haces más y más pequeño. Invisible. Intangible. Quieres y debes. Lo intentas de verdad. Rezas ateo y mudo. Una oportunidad.
No.
Ves unos ojos que no deberías ver, que no debieran existir. Que no son posibles.
El pequeño cierre que saltó solo cuando entraste se descorre. La puertita se abre. Te mira y le miras.
Lloras, una lágrima. Luego otra. Sin escándalos. Sin “por favores”. Estas agotado. Al menos, la tensión acabará.
—¿Sabes? –no sólo le escuchas. Ves su boca, el interior, los dientes. El abismo profundo de su interior. Hueles su aliento pútrido— Al último superviviente siempre le guardo un premio. Lo prometí. 
“No hay esperanza” te dices. “No le creas”. Te gustaría tener el valor para correr, atacar, defenderte. No serviría. “Qué sea rápido, por favor, qué sea rápido” te suplicas a ti mismo.
—Pero tú… amigo, tú, eres especial. ¿Sabes por qué?
No sabes. No quieres saber. No necesitas saber.
“Mátame hijo de puta. Mátame de una vez y cierra la boca…”.
—Porque te has escondido en mi verdadera casa. Y ahora, vendrás, a verla por dentro. A vivir conmigo.
Entra. Os apretáis. Cierra tras de sí. Te abraza. Ya no hay fondo. Hay camino. Descenso. Oscuridades y terrores.
Te lleva con Él Eso Ello Ser Criatura Monstruo…
“¿Por qué no me mata?”
— Y, allí dónde vamos, hay muchos… muchos… muchos… juegos…



martes, 5 de febrero de 2019

Entrevista a Cristina Béjar



Entre los muros de Castle Rock y los rincones de Chica Sombra se ha perdido un nueva alma a la que tenemos el placer de entrevistar: la escritora y crítica cinematográfica Cristina Béjar.
Primero de todo, darte la bienvenida a nuestros dominios.

Dinos, ¿desde cuándo supiste que querías dedicarte a la escritura?

No creo que haya un momento determinado, he escrito desde que tengo memoria. Cuando era pequeña, escribía notitas a mi madre con historias absurdas, del estilo: Eres la mejor mami del mundo, mi reina, la más guapa del mundo mundo… Nivelazo XD
Más tarde, en la adolescencia, viví la escritura como una válvula de escape, explicando las partes más oscuras de mi interior, las escupía en el papel como si me quemaran la garganta.  Cosa que no cambió con el tiempo. Escribir siempre ha sido algo muy visceral para mí.
Pero nunca he creído tener un don o ser mejor que nadie, simplemente es algo que me gusta y que disfruto, aunque he de confesar, que llevo un tiempo de secano. No es que haya dejado de escribir definitivamente, si no que tengo la mente en otras cosas. Supongo que lo que pasa es la vida, en sí misma.

Has participado en las antologías Macabras, BodyShots, Malditas Bastardas, Aquel extraño hombre alto… entre otras, ¿cómo han sido estas experiencias?

Fabulosas. Me lo he pasado tremendamente bien y he conocido a gente tan maravillosa, que ni yo me lo creo. Hay mucho talento en nuestras tierras y mucha calidad humana.

Has estudiado criminología y política criminal. ¿Crees que eso te ha ayudado a la hora de escribir algunos de tus relatos?

Sí, desde luego. Me ha ayudado a comprender mi entorno, determinados comportamientos de delincuentes y víctimas, aunque también de la gente en general. Estudiar, leer, dudar, reflexionar, te otorga una visión más amplia de las cosas que suceden a tu alrededor.
Debo añadir, que mi carrera universitaria me permitió trabajar con David Garriga Guitart, en una antología llamada ‘Las Legiones de Satán’, donde realicé un relato llamado ‘Seda Libanesa’, teniendo de base un estudio criminológico, de diversos asesinos en serie en tierras del Islam. Fue una experiencia increíble.

Ya hemos leído tu faceta de relatista, ¿cuándo tendremos tu primera novela?

Eso es un sueño que me gustaría cumplir, pero realmente no me veo a la altura para un proyecto tan inmenso.

También haces críticas cinematográficas en Athnecdotario Incoherente y Vuelo de Cuervos. ¿Te sientes cómoda siendo el ojo crítico de las películas que degustas?

No me considero un ojo crítico, sólo expongo si algo me gusta o no. Lo hago con la mejor de las intenciones. Intento motivar a la gente para ir al cine y ver más allá de la cinta en sí. Quiero que este arte sea apreciado y arrancar sonrisas, con reseñas escritas de manera muy natural y normal.
Para ser justa, debo decir, que ahora mismo tengo esto bastante aparcado por temas personales, pero lo echo mucho de menos. Para ‘Vuelo de Cuervos’, creo que sólo realicé dos reseñas, si no recuerdo mal.

El terror es algo que está muy presente en tu vida, ¿desde cuándo te atrae lo macabro?

Pues desde que mi prima Raquel me obligaba a ver la serie ‘V’ en la tele… Eran los 80. Ella despertó esa vena darks en mí. Y le doy las gracias.

Pregunta obligada: ¿cuál es la película, el libro y el videojuego que más miedo te ha dado?

Película: Candyman. Tenía diez años y me creía que de verdad saldría alguien del espejo si repetía su nombre cinco veces.
Libro: El Exorcista. Sin lugar a dudas. Es la única lectura en la que he tenido que cerrar el libro de puro canguelo.
Videojuego: Silent Hill, Silent Hill, Silent Hill. El 2. Lo mejor de lo mejor. Aprovecho para decir que un remake, tipo Resident estaría de muerte, ejem.

¿Qué historia de terror te hubiera gustado escribir?

El Juego de Gerald, de Stephen King. Me impactó mucho, tiene algo con lo que conecto muy rápidamente. Me parece alucinante.

Junto a tu marido, Ismael Hidalgo, tenéis un estudio de tatuajes: PokerTattoo. ¿Cómo fue embarcaros en un proyecto tan ambicioso?

Al principio fue una pesadilla. Todo es nuevo y da mucho miedo. Temes equivocarte, que las cosas no salgan bien, quedarte sin dinero… Hay mil historias que te mantienen el corazón en un puño. Fue muy difícil.
Ahora llevamos casi siete años abiertos en Sant Adrià y estamos muy contentos y agradecidos. Trabajamos muy duro para dar un buen servicio y que nuestros clientes estén a gusto y satisfechos.

A parte de tener el estudio, salta a la vista que tú misma eres una amante de los tatuajes. De todos los que adornan tu cuerpo, ¿cuál es tu preferido?

Buena pregunta… Todos tienen un qué, son importantes para mí… Pero va, me voy a mojar. El primero que me hice, un Jack Skellington que llevo en la pierna. Es un recuerdo entrañable,  en muchos sentidos y por ello, le tengo un cariño especial.

Y para terminar, ¿nos podrías adelantar algo sobre tus próximos trabajos?

De momento no tengo nada a la vista. Estoy en un momento en el que ciertas cosas ocupan mi vida, las cuales debo poner en orden, y tras esto, estaré encantada de retomar el teclado.

Muchísimas gracias de nuevo por visitarnos. Te deseamos mucha suerte en todos tus proyectos.

Gracias a Chica Sombra y Castle Rock Asylum por brindarme esta oportunidad. Habéis conseguido que me sienta especial. Besetes gatunos.


lunes, 4 de febrero de 2019

Crítica La mitad oscura de George A. Romero



Los que me seguís en Chica Sombra sabréis que hace poco mi maridín y yo hicimos maratón de adaptaciones de Stephen King. Una de las pelis elegidas fue La mitad oscura, basada en la novela homónima que, por cierto, aun no he leído. Novela que King escribió como respuesta tras revelarse que Richard Bachman en realidad era un seudónimo suyo, concretamente, su mitad oscura.

La trama gira en torno a Thad Beaumont, escritor y ex alcohólico que publica también como George Stark, seudónimo con el que tiene un increíble éxito. Un "fan" se entera de que Thad se esconde detrás de George e intenta chantajearlo, por lo que el escritor decide hacerlo público y enterrar, literalmente, a su álter ego. Pero, entonces, Stark se vuelve una entidad física  y comienza a asesinar a personas cercanas a Thad, por lo que todas las sospechas recaen sobre este. 


No puedo dejar de mencionar toda la relación que hay entre King y Thad, siendo este último un reflejo fiel de lo que era el escritor en aquella época, un padre de familia que adoraba escribir, pero que se ganaba la vida como profesor. Y, por supuesto, cómo George Stark refleja perfectamente a Richard Bachman, incluida la amenaza recibida por parte de un supuesto fan de sacarlo todo a la luz. Amenaza que King se pasó por el forro, pues él mismo lo contó antes de darle el gusto a nadie. Esta historia que, aparentemente, no tiene nada de terrorífico, se puede volver una auténtica carnicería si es llevada a la pantalla grande por George A. Romero, pues todos conocemos ya el gusto por el gore y la sangre de este hombre. Por supuesto, aquí no faltan, y yo que me alegro.


“Siempre es agradable ver una cara conocida” 


A mí, personalmente, me ha parecido muy disfrutable, sobre todo porque me parece que nos acerca un poco más a Steve por lo personal de la historia, y por todos los miedos que vomita en ella. Además, tiene unos cuantos crímenes sangrientos, por lo que los amantes de las vísceras quedamos bastante satisfechos en ese aspecto.

Eso sí, tengo que reconocer que las historias en las que el inocente está en el punto de mira porque todas las pruebas del malo apuntan hacia él me ponen de los nervios. Esta no ha sido una excepción. Por supuesto, recomendada especialmente para los amantes de King, pero también para los que gustan del terror en general, sobre todo porque aquí encontraréis físico y sobrenatural. Como en el Carrefour, dos por uno.

Lo mejor: lo mucho que refleja a King. Lo sangriento de los crímenes.

Lo peor: que me puso de los nervios. La escena de la operación, qué ascazo.