Ya han pasado
siete años desde que el primer episodio de
Black Mirror sorprendiese a todo aquel que se atreviese a visionarlo. Su premisa no era otra que la amenaza de un misterioso terrorista de acabar con la vida de la querida princesa Susannah si el primer ministro no mantenía relaciones sexuales televisadas con un cerdo.
Esta era la
chocante carta de presentación de
Black Mirror. Serie
antológica creada por
Charlie Brooker con la que quería mostrar los peligros, beneficios o inquietantes o turbadoras situaciones que pueden producir la
tecnología (tanto actual como una futura e hipotética). En el caso del episodio titulado
El Himno Nacional, las redes sociales y los medios informativos era parte clave en el desarrollo de este peculiar
thriller político. La crítica a la prensa actual, a los populares espacios de difusión social como son
Twitter o
YouTube y hasta a la sociedad actual fueron solo unos cuantos de los grandes temas que trató
Brooker y su equipo en tan solo
44 minutos.
Black Mirror se convirtió en poco tiempo en toda una serie de
culto. Sus dos temporadas de apenas
tres episodios cada una (más un episodio especial de Navidad) se convirtieron en todo un referente de la oferta televisiva actual. Y entonces llegó
Netflix para lograr que el
espejo oscuro de
Charlie Brooker se hiciese totalmente
mundial.
La tercera temporada de
Black Mirror contó con el
doble de episodios que sus anteriores temporadas. Por no hablar de un claro aumento de medios como solo el gigante del
VOD puede ofrecer. Y, aunque está claro que la temporada logró mantener a
Black Mirror como una de las
mejores series del año, es imposible evitar verla como una especie de
paso atrás. Porque lo cierto es que fue bastante
irregular y al preguntar al público por la tercera temporada lo más seguro es que solo hablen bien de verdad de dos episodios (tres como mucho si mencionan a Nosedive).
San Junipero fue el episodio
mejor valorado a nivel
general. Es imposible resistirse a esta peculiar historia de amor de temática ochentera que nos presentó
Brooker. Una de las pocas veces que
Black Mirror muestra la mejor cara posible de la tecnología.
Por mi parte, considero que el mejor episodio de la temporada (y uno de los mejores de la serie en general) es
Shut Up and Dance. Muchos la acusan de simple, pero este
thriller con devastador
plow twist final incluido, representa a la perfección lo mejor que puede mostrar la serie. Y lo hace sin tener que recurrir a avanzadísimas tecnologías y anclándose en una historia sencilla pero que ofrece más de lo que parece a simple vista.
Estaba claro que la
cuarta temporada tendría que replantearse muy bien el rumbo que querría tomar la
serie si quiere mantenerse en emisión durante cierto tiempo más... Y vaya si lo ha hecho,
Las primeras temporadas de
Black Mirror se arriesgaron mucho y se esforzaron en
impactar al espectador. Algo lógico teniendo en cuenta que jugaba a su favor el factor
originalidad y tenían que hacerse ver a partir de un canal
británico. Actualmente, bajo el amparo de
Netflix, esto no tiene porque ser así. Teniendo una especie de "seguridad" que creo que les afectó bastante en el desarrollo de la
tercera temporada. Pero creo que
Brooker y los suyos han aprendido de sus errores y en esta nueva temporada han querido mantenerse en una cómoda línea
alejada de los
riesgos de sus primeras entregas. Pero que se alza por
encima de su tercera temporada al buscar una
variedad temática encomiable. Netflix puede proporcionar a
Charlie Brooker gran libertad artística y buenos contactos para conformar los equipos que realizarán cada episodio. Y esto se ve y se siente en esta más que
solvente cuarta entrega en la que, aunque cueste ver y decidir otro "San Junipero" o "Shut up and Dance", logra mantener cierta calidad en cada uno de sus episodios y ofrece un buen sabor de boca en su conjunto.
Ahora paso a comentar cada uno de los
episodios que componen esta cuarta temporada de
Black Mirror:
-USS Callister: Inmejorable forma de comenzar la temporada y su gran apuesta. Llegando a poder tildarla de
largometraje (su duración pasa de los 60 minutos), este episodio era de lo que más llamaba la atención en los
trailers y
avances de esta temporada. Lo que en un principio parece vendernos una simple parodia de las
space operas, al poco de empezar el episodio comienza a revelarse como una perturbadora historia sobre
realidades virtuales y cuestionables personajes que representan lo peor a lo que puede aspirar el ser humano.
Por encima de su estupenda
desmitificación de
Star Trek (curioso que se haya estrenado en el mismo año en el que lo hace Star Trek: Discovery y The Orville),
USS Callister trabaja a partir de la tecnología
VR que tanto se está tratando de imponer en el mercado del
videojuego (impagable ese último diálogo en el que tenemos un guiño que hará las delicias de todo fan de Breaking Bad). Y riza el rizo añadiéndole una tecnología a mayores (más fantasiosa) que otorga al relato un toque más en la retorcida apuesta que es
USS Callister.
-Arkangel: El gran reclamo de la temporada es este episodio dirigido por
Jodie Foster que se ha convertido en la clara decepción de esta nueva entrega de
Black Mirror. Y es ciertamente doloroso porque
Arkangel tiene una de las mejores premisas con las que ha trabajado esta serie.
Traer a un niño al mundo es fácil, lo difícil viene a partir de ese momento. El mismo mundo está repleto de un sinfín de peligros y cosas que conviene tener alejados de nuestros retoños. La protección se convierte en un gran deber para los progenitores... ¿Pero en qué punto esto puede llegar a ser perjudicial para el desarrollo del pequeño? Esta es la estupenda y polémica premisa que
Arkangel desaprovecha a favor de un desarrollo más digno de una
TV Movie de sobremesa que un episodio de
Black Mirror.
-Crocodile: Black Mirror tiene una clara predilección por el
thriller, pero una vertiente de este género que aún no había usado era el proveniente de los países
nórdicos. De hecho, hasta ahí se traslada este episodio rodado en
Islandia, que ofrece a disposición de
Brooker y el director
Joan Hillcoat (The Road, Sin Ley) unas excelentes
localizaciones que contribuyen a crear esa gélida atmósfera de este crudo relato donde asistimos a todo un descenso a los Infiernos en los que se embarca el personaje protagonista encarnado por
Andrea Riseborough (Oblivion, Mindhorn).
Es cierto que puede acusarse al episodio de que la introducción del elemento tecnológico puede sentirse bastante "forzado" en el conjunto y que hasta se deja bastante de lado para centrarse en los personajes de este
thriller nórdico Made In Black Mirror. Pero lo cierto es que se solapa suficientemente bien en el conjunto. Y hasta logra que el episodio gane bastantes enteros al mostrar como esa tecnología está tan "normalizada" en esa sociedad.
-Hang the DJ: No se ha tardado nada en denominarla "el nuevo San Junipero". Y es cierto que este episodio puede guardar grandes similitudes al mostrarnos una historia
romántica y una visión no tan
tecnófoba. Pero por suerte,
Hang the DJ logra imponerse por méritos propios.
Llevando a los programas de citas al ultimísimo nivel. Este episodio nos presenta a dos jóvenes que se conocen pero que según una infalible I.A. que puede descubrir la duración de las relaciones, no les concede apenas ni un día. ¿Pero podrían los algoritmos estar equivocados? ¿De verdad puede cuantificarse el amor?
Está claro que la excelente química que crean los actores
Joe Cole y
Georgina Campbell es vital para que
Hang the DJ cumpla su cometido. Y hasta ese apurado
plow twist de los últimos minutos no logra empozoñar el estupendo visionado de este episodio.
-Metalhead: El mejor ejemplo de esa variedad temática de la que tanto os hablo. Denigrada por muchos pero totalmente reivindicable. Un
breve (41 minutos) pero contundente
Survival Horror a cargo del director de la adaptación de
30 Días de Noche y varios episodios de la excelente
Hannibal.
Estupenda decisión la de mostrar esta historia en
blanco y negro. Además de lograr que el relato se diferencie del resto (no solo de este temporada), contribuye a crear un ambiente aún más
inquietante.
Imposible no notar las múltiples
referencias y
guiños a varias películas del género de
terror. Nosotros no podemos evitar citar a la pésima
Rottweiler, de la extinta
Fantastic Factory, de la que, claramente,
Metalhead toma gran
inspiración. Pero el episodio dirigido por
David Slade sí que sabe aprovechar todo lo que
Brian Yuzna tiró por la borda en
2005. Además de imponer en tan poco tiempo (y con tan contados elementos) un misterioso y a la vez inspirador mundo
post apocalíptico que envidiarían muchas producciones de
serie B.
Muy buen diseño de la implacable amenaza (basado en robots
YA existentes), por cierto.
-Black Museum: Si
USS Callister era la mejor forma de empezar la temporada,
Black Museum es la de terminarla. Si te gustó
White Christmas, estás de enhorabuena. Porque este capítulo vuelve a hacer uso del estupendo juego narrativo de presentar
3 historias interconectadas alrededor de este particular e inquietante lugar regentado por el cuestionable
Rolo Haynes (Douglas Hodge).
Si desde hace un tiempo se lleva intuyendo que, a pesar de las buenas diferencias entre episodios, las historias de
Black Mirror se desarrollan en un
mismo universo ficticio. Este capítulo viene para dejar claro (o, al menos, imponer) esto. Los
easter-eggs que nos encontraremos a lo largo del
metraje no solo pertenecen a lo visto en esta temporada.
Black Museum remite a las anteriores entregas, por lo que conviene que el espectador esté atento si quiere captar todas las
referencias y
guiños.
El episodio desprende un irresistible aroma al
Historias de la Cripta de
HBO (sobre todo en la primera historia que nos descubre Rolo, que bien habría merecido la pena explorar en todo un episodio) que puede que eche para atrás al espectador más
impresionable (el capítulo tiene cierta carga sexual y de violencia gráfica). Pero que deja bien claro que estamos ante uno de los episodios más
redondos de la serie.
La cuarta temporada de
Black Mirror se aleja de la contundencia y controversia de sus primeras entregas para seguir encaminándose a un camino más "seguro" pero que no deja de sorprender y mostrarse como una de las
mejores apuestas del panorama televisivo actual.
Lo Mejor: La variedad temática que puede lograr afianzar la serie como la Twilight Zone del S.XXI.
Lo Peor: Es inevitable no echar en falta algún episodio contundente y memorable.